10 ideas para conquistar a tus empleados millenials IT
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En nuestra vida personal elegimos a nuestras personas de confianza (amigos, pareja...)en función de los valores que comparten con nosotros. ¿Por qué no hacer lo mismo en la empresa? El éxito está garantizado.
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La selección por competencias ha ido evolucionando a una tendencia cada vez más beneficiosa para la empresa que es la contratación por valores.
Podemos dividir las competencias que definen a un posible candidato en dos grandes áreas: competencias técnicas y personales.
Las competencias técnicas son aquellas que una persona ha adquirido por el estudio de su profesión y son específicas para la realización de una tarea en concreto, un ejemplo pueden ser los conocimientos sobre el lenguaje de programación Java que tiene un desarrollador. Estas competencias son muy importantes ya que son necesarias para el correcto desarrollo de un trabajo pero ¿Hasta qué punto es lo más importante para decidirnos entre un candidato u otro? Ahí es donde aparece un segundo tipo de competencias más enfocadas a las características personales que tiene un candidato, a sus habilidades y que influyen también en el resultado de su trabajo.
Entre estas competencias están la empatía, puntualidad, responsabilidad...
Hasta hace unos años estos eran los enfoques que habían regido la selección de personal y que se utilizaban dependiendo de lo técnico o no que fuera un puesto, también dependiendo de las necesidades de la empresa seleccionadora en ese momento.
Pero todo esto no era suficiente para encontrar al candidato ideal, o si lo encontráramos, para que se quede en nuestra empresa. Fue cuando se planteó dar un paso más en el ajuste de las entrevistas y donde empezó el concepto de selección por valores.
La selección por valores nace de la necesidad de ajustar cada vez más el puesto de trabajo, el candidato y la empresa, creando una sinergia de la que todos se beneficien.
Las compañías enfocadas en la realización de una selección por valores busca la conexión profunda entre los principios del candidato y los que rigen su empresa. La persona perfecta no existe, el candidato perfecto tampoco, pero podemos acercarnos al “candidato ideal para nuestra compañía”. Esto va más allá de la búsqueda de un empleado que haga bien su trabajo y genere buen ambiente laboral, este tiene que sentir ese sentimiento de pertenencia a la empresa que hace que esté de acuerdo con las metas y se sienta partícipe de las decisiones que se llevan a cabo en ella.
En realidad, todas las relaciones interpersonales se mueven por afinidad en valores: elegimos a las personas con las que compartimos nuestra vida porque sentimos que nuestros principios y los de ellas van en sintonía, entonces ¿Por qué no elegir igual a nuestros empleados?
Esta forma de hacer selección tiene beneficios a largo plazo tanto para el empleado como para la empresa. Un mayor ajuste al puesto evita rotaciones y también hace que el nuevo empleado se adapte a su trabajo más rápido. Todo esto se traduce en ahorro de tiempo para la empresa, además de ser un factor decisivo en la retención del talento: si sentimos que nuestras metas personales y forma de ver la vida están alineadas con las de nuestra empresa el sentimiento de pertenencia hará de un fuerte nexo de unión difícil de romper.
Para comenzar, si queremos encontrar al candidato que comparta nuestros valores como empresa, tenemos que tenerlos bien definidos. Tener claro los principios que rigen nuestra empresa ayuda a los empleados que ya están en la compañía a saber qué espera la empresa en cuanto a metas y a establecer un filtro adecuado para los procesos de selección.
Ya que las características del candidato qué queremos conocer no van a aparecer en su CV, tenemos que enfocar la entrevista desde otra perspectiva:
Primero como ya decía, establecer de manera sólida cuales son los valores que sustentan nuestra empresa y traducir esos valores en características personales qué queremos que tengan nuestros futuros empleados. Por ejemplo, si uno de nuestros valores principales es la responsabilidad tenemos que buscar candidatos puntuales, organizados y constantes.
Una vez validados varios CVs por competencias técnicas imprescindibles es hora de ver que candidatos encajarían con los principios de la empresa.
Mi recomendación es no descartar nunca a un candidato por poca experiencia, si no es un skill determinante. Los valores permanecen y acompañan al empleado, las capacidades técnicas se pueden adquirir con tiempo y esfuerzo. Si encontramos un candidato que está alineado con los valores empresariales pero su experiencia aún no es la que buscamos podemos ofrecer otro puesto con un poco menos de responsabilidad y apostar por su formación.
Hacer una entrevista dinámica, en la que se proporcione al candidato espacio para expresarse y ser el mismo es lo ideal. Ya que las características que queremos conocer son propias de la personalidad del candidato incluir preguntas de su vida cotidiana y aficiones, ver la coherencia en todo su discurso y también con los valores que estamos buscando sería la clave.
Podemos incluir en el proceso un role play en el cual el candidato tenga que interpretar un papel relacionado con los valores de empresa, así podemos ver cómo se desenvuelve y si de forma espontánea actuaría de acuerdo a estos.
Es otra forma de hacer selección enfocado totalmente en el candidato. Primero hay que conocer exactamente las características que tendría nuestro candidato ideal y una vez lo tengamos claro, comienza a actuar la “ley de la atracción”.
Con esto me refiero a qué tenemos que hacer todo lo posible para atraer ese talento qué tan necesario es para nuestra compañía. Tenemos que ser la empresa ideal para ese candidato y este llegará, y lo mejor de todo, no se querrá marchar.
Como ya hablé anteriormente, una vez tengamos definidos los valores principales de la empresa tenemos que hacer una reflexión acerca de cómo los fomentamos y actuamos con el ejemplo de los mismo en cada actividad de la empresa. De esta forma los candidatos que son más afines a estos valores se sentirán atraídos por la empresa sin necesidad de buscarlos. Todo esto lleva un tiempo y esfuerzo para establecerse, pero una vez conseguido es una buena forma de que toda la compañía reme en la misma dirección y que todo lo que ocurra en ella la represente.
La misión de una empresa es un concepto basado en el presente y se refiere al motivo o razón por la cual fué creada, también habla del porqué de la actividad que realiza. La visión es un concepto relacionado con el futuro y se refiere a dónde se dirige tu empresa y en qué se convertirá a largo plazo. Ambos conceptos están muy relacionados con los valores de la empresa y también con sus empleados.
Si un candidato puede aportar a la misión actual de la empresa significa que es productivo en la actividad principal de la compañía. Si encaja con la visión de futuro que se tiene de ella quiere decir que es capaz de evolucionar y adaptarse a las metas a largo plazo.
Detectar estas características en un candidato no es tarea fácil ya que no solo hay que mirar lo que es actualmente, sino lo que puede llegar a ser.
Como ya hemos dicho anteriormente, intentar conocer en profundidad los principios que rigen la vida del candidato y ver más allá de su CV es la clave para la selección por valores.
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