La importancia de la resiliencia en tus empleados
Seguro que has oído hablar mucho de la resiliencia últimamente. Profundizamos en su significado real y la importancia que tiene en una...
Las empresas que promueven una cultura de resiliencia pueden mejorar significativamente su capacidad de adaptación y respuesta ante los desafíos. En este artículo te contamos cómo utilizar estrategias de resiliencia puede mejorar la moral, aumentar la productividad y asegurar una respuesta eficaz ante cualquier desafío.
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¿Cómo enfrenta tu empresa los tiempos de crisis que se presentan? Para afrontar las situaciones difíciles que se vivencian a diario, es primordial aprender a aplicar estrategias y recursos que nos permitan hacer frente a las diversas vicisitudes organizacionales.
Para dar respuesta a este interrogante, hoy conoceremos qué es la resiliencia organizacional, sus características y el impacto que puede tener dentro de una empresa.
¿Estás preparado? ¡Sigue leyendo!
La resiliencia organizacional es la capacidad que posee una empresa para anticiparse, planificar y responder a las dificultades cuando se producen. Es decir, es aquella organización flexible y abierta a la transformación.
Una organización resiliente se recupera y resiste a los impactos a través de una buena gestión del riesgo, lo cual implica asertividad, buena comunicación, trabajo en equipo y una adaptación constante a las transformaciones empresariales, cuyo impacto debe medirse y evaluarse continuamente para de mejorar los procesos existentes.
La resiliencia empresarial tiene tres requisitos esenciales: la excelencia del producto, la confianza en el proceso y el comportamiento de las personas. Estos tres elementos se combinan para ofrecer al cliente la mejor experiencia posible. Por ello, una organización que logre esto consistentemente con el tiempo aumentará la lealtad de los clientes y fortalecerá su confianza a largo plazo.
Uno de los factores más importantes que impulsan la cultura organizacional es un fuerte liderazgo. Las culturas resilientes comienzan con líderes comprometidos que comprenden y apoyan a sus colaboradores. La falta de apoyo de los gerentes crea el riesgo de que el personal se desvincule y, por lo tanto, que la cultura de la empresa sea débil.
Una forma de crear una conexión más fuerte entre los directivos y el personal es proporcionar una comunicación vertical y horizontal armoniosa. Esto creará un fuerte vínculo entre los colaboradores y sus líderes, independientemente de si trabajan en la misma oficina, en ubicaciones geográficas dispersas o se encuentran en una zona horaria diferente.
Los directivos de culturas resilientes deben asumir su responsabilidad personal de involucrar de manera efectiva a sus colaboradores y, durante los períodos de transición, tomar decisiones difíciles para proteger a sus equipos de trabajo. Si deseas saber más acerca de este interesante tema, te recomendamos la lectura del siguiente artículo: Cómo ser un manager resiliente.
La resiliencia organizacional está impulsada por el desempeño, la adopción y cumplimiento de procesos, procedimientos, políticas y demás herramientas de orden y eficiencia por parte de todo el personal, incluyéndote a ti, aun cuando seas el propietario. ¿Cómo se podrían lograr altas tasas de rendimiento si no nos adaptamos a las innovaciones?
La gestión del conocimiento es un pilar muy importante en el desarrollo de la resiliencia, pero las organizaciones a menudo no logran integrar las innovaciones con éxito. Los resultados son difíciles de medir y las empresas prefieren centrar sus esfuerzos en elementos más tangibles.
Los avances tecnológicos ofrecen numerosas oportunidades para diseñar sistemas de gestión del conocimiento ágiles y abiertos. Al usar tecnologías en la nube, el intercambio de conocimientos es más fácil y llega a una base más amplia de empleados, mientras que al mismo tiempo pueden almacenar saberes de manera segura para muchas generaciones futuras. Es sustancial invertir en innovación para facilitar los procesos de cambio y preparar tu negocio para tiempos turbulentos.
Uno de los factores más importantes para que una empresa tenga alta resiliencia es que se comparta información entre el personal (de acuerdo con sus funciones y responsabilidades), de forma transparente, clara y sobre todo cuidando los acuerdos de confidencialidad entre ellos y entre la empresa con sus clientes y asociados. En este marco, te invitamos a reforzar tus conocimientos sobre esta temática y participar en el Curso de automotivación y resiliencia postiva.
Hoy en día, muchas organizaciones operan en múltiples zonas horarias, geografías y departamentos. Para funcionar de manera efectiva en este nivel de complejidad organizacional, es necesario aumentar la cooperación y el intercambio de información, al mismo tiempo que se establecen responsabilidades compartidas en todo el equipo.
Es preciso dotar a una empresa con herramientas de colaboración digital creadas para ayudar a las organizaciones que buscan centralizar su información, pero mantenerla accesible a todo aquel que debe utilizarla para sus actividades cotidianas. Las culturas resilientes comprenden los beneficios de la responsabilidad compartida y los equipos facultados para emplear los datos con responsabilidad y ética. Esto puede preparar a los colaboradores para situaciones de crisis al establecer una comprensión clara y un fuerte sentido de responsabilidad, creando redes de apoyo internas y externas.
La colaboración con los stakeholders se refiere al compromiso cooperativo y la interacción dentro de una organización, centrándose principalmente en los empleados, pero también incluyendo a accionistas u otros departamentos.
Este tipo de colaboración es esencial para fomentar un entorno de trabajo cohesivo y productivo, y los empleados, (como grupo central entre dichos stakeholders), desempeñan un papel fundamental a la hora de impulsar el éxito de la organización. En este sentido, su compromiso y participación activa pueden conducir a una mayor innovación, eficiencia y desempeño general.
Cuando los empleados participan y se los involucra de manera efectiva y activa, es más probable que se sientan valorados y escuchados, y es precisamente este sentido de inclusión, el que puede elevar significativamente su moral y fomentar la satisfacción laboral.
La gestión integral de riesgos ayuda a las organizaciones a ser más resilientes y a saber enfrentar cualquier cambio que ocurra o incidencia que pueda impactar sobre la rentabilidad de la empresa en el corto y largo plazo, por ello, es bueno recordar en qué consiste este concepto y su impacto en las organizaciones:
Identificación temprana de amenazas: La gestión de riesgos es un proceso proactivo que implica la identificación temprana de amenazas. Al evaluar y anticipar riesgos potenciales, una organización puede prepararse para enfrentarlos y minimizar su impacto. Esto proporciona una base sólida para construir la resiliencia.
Planificación de contingencia efectiva: La gestión de riesgos no se limita a la identificación; también se trata de la planificación de contingencia. Contar con planes sólidos en su lugar permite a las organizaciones responder de manera más eficaz en momentos de crisis. Estos planes son como redes de seguridad que evitan caídas significativas.
Luego de gestionar los posibles riesgos que se puedan presentar en la organización, será fundamental establecer un plan de continuidad del negocio que se base en las siguientes acciones:
Mantenimiento de continuidad operativa: Sostener la continuidad operativa es esencial para la resiliencia. La gestión de riesgos ayuda a garantizar que una organización pueda continuar funcionando incluso en medio de una crisis. Esto no sólo preserva los ingresos, sino que también mantiene la confianza de los clientes y socios comerciales.
Protección de la reputación: La reputación es un activo invaluable y la gestión de riesgos se ocupa de protegerla. La comunicación efectiva en tiempos de crisis es esencial para preservar la imagen de la empresa y mantener la confianza del público. La forma en que se enfrenta una crisis puede tener un impacto duradero en la organización.
Para establecer el método que utilizaremos para evaluar la resiliencia organizacional es preciso establecer qué elemento mediremos. Normalmente nos encontramos ante dos opciones: la resiliencia como resultado y la resiliencia como “metacapacidad”, es decir, como integración de diversas capacidades de la organización.
La medición de resiliencia como resultado suele estar vinculada a estudios comparativos a posteriori, normalmente tras un episodio crítico, en los que se establecen unos parámetros de referencia (en muchos casos, desde la perspectiva financiera) que acaban identificando qué empresas se desenvolvieron mejor.
La resiliencia como integración de capacidades, permite evaluar a través de un patrón de dimensiones vinculadas. Para orientarnos sobre qué tipo de dimensiones tendrían que considerarse, podemos fijarnos en los atributos que la propia norma ISO 22316 propone:
Una vez escogido el camino de la integración de dimensiones, podemos encontrar distintos enfoques, con sus diferencias y similitudes, para llevar a cabo las mediciones. La principal diferencia radica en su estructura y contenido. Los aspectos que incluyen están muy influidos por los puntos de partida mencionados arriba (su concepción de resiliencia) y su intención, que condicionará su utilidad final.
Se pueden encontrar opciones más influidas por visión tradicional, vinculada a la crisis, con un planteamiento más secuencial. Este es el caso de la matriz de análisis de resiliencia de Hollnagel (RAG, por sus siglas en inglés), que identifica cuatro piedras angulares de la resiliencia: monitorizar, anticipar, responder y aprender.
También existen otros enfoques que se alejan de esta estructura. Aquí se puede mencionar el Marco de Resiliencia Organizacional del BSI, que evalúa la resiliencia a partir de dimensiones alejadas de la literatura habitual en esta temática: liderazgo, personas, proceso y producto.
Pasando a las similitudes, la principal coincidencia tiene que ver con el formato y la presentación de resultados. En general, hablamos de cuestionarios con una serie de elementos evaluados mediante una escala, que permiten construir un resultado para cada dimensión y un resultado global. Y eso se suele mostrar con algún tipo de diagrama de araña.
La cuestión fundamental aquí es: ¿para qué medimos? En la resiliencia cada dimensión suma para obtener un resultado final, como las diferentes pruebas de un decatlón. Pero, a diferencia del decatlón, en la resiliencia lo más relevante no es el resultado final, ya que no es una competición en la que se dan medallas a la empresa más resiliente. La clave está en la desagregación, en el patrón que cada organización presenta en ese diagrama de araña, es decir, de la comparación con organizaciones similares.
Como capacidad dinámica, sólo podemos afrontar la resiliencia desde su desarrollo continuo. Es necesario ejercitarla, mantener la organización en forma, dado que, de este modo, se cuidarán y harán evolucionar esas características en el tiempo. Sólo así conseguiremos organizaciones resilientes.
Sin duda, en la actualidad es primordial que las organizaciones sean resilientes, ya que constantemente se presentan desafíos y crisis que deben ser afrontadas de la mejor manera posible. A través de la implementación de las estrategias adecuadas y una efectiva gestión de riesgos, las empresas podrán lograr el éxito y así avanzar para lograr de la continuidad de su negocio.
En este marco, medir y evaluar la resiliencia organizacional permitirá emplear indicadores que promuevan la mejora continua, contemplando los requerimientos y las necesidades de todos los agentes que conforman la empresa y hacen de ella una compañía resiliente.
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