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Guía de lenguaje inclusivo para equipos y organizaciones

Las palabras importan. Pueden abrir puertas o levantar muros. En un equipo, el lenguaje que usamos define el respeto, la pertenencia y la confianza. Esta guía te ayudará a aplicar un lenguaje inclusivo que haga sentir a todas las personas valoradas, sin importar su identidad o experiencia.

Sara Heredia Cardona

Sara Heredia Cardona

Especialista en selección de perfiles IT

Lectura 8 minutos

Publicado el 3 de julio de 2025

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En un momento en el que la reputación de una empresa puede construirse o derrumbarse con una simple palabra, el lenguaje ha dejado de ser un mero canal de comunicación para convertirse en un reflejo directo de sus valores.

En un entorno laboral cada vez más diverso, globalizado y expuesto al escrutinio público, cuidar la forma en la que hablamos y nos expresamos, ya no es opcional: es estratégico.

Este artículo explora en detalle qué es realmente el lenguaje inclusivo, por qué su alcance va más allá del género, cómo afecta al funcionamiento y a la propia identidad de las organizaciones, y cuáles serán las claves para implementarlo de forma eficaz.

Qué es el lenguaje inclusivo y por qué va más allá del género

El lenguaje inclusivo se ha consolidado como una herramienta clave para aquellas organizaciones que apuestan por la equidad, la diversidad y la sostenibilidad, no solo desde el discurso, sino desde la acción. Va mucho más allá de evitar el masculino genérico: implica revisar, cuestionar y transformar la forma en que nos dirigimos a las personas, cómo escribimos nuestras ofertas de empleo, cómo hablamos en reuniones y cómo transmitimos nuestra cultura.

No se trata de una moda ni de corrección política, sino de un cambio profundo que impacta en la cohesión interna, en la percepción externa y en la capacidad de una empresa para atraer y retener talento diverso.

Comunicación consciente y respetuosa

El lenguaje inclusivo es el uso consciente de palabras, expresiones y estructuras lingüísticas que buscan no excluir, discriminar o invisibilizar a ninguna persona o grupo concreto. Este tipo de comunicación reconoce y respeta la diversidad de género, orientación sexual, capacidades, edades, culturas, religiones y demás características individuales.

No es un tecnicismo ni una imposición normativa: es una forma de cuidar la experiencia humana en todos sus matices. Evitar generalizaciones (“todos los empleados”, “el usuario”) o estereotipos (“los jóvenes no quieren comprometerse”, “las mujeres son más emocionales”) forma parte de esta práctica.

Herramienta para la equidad

En muchas ocasiones, y sin darnos cuenta, las desigualdades comienzan por el lenguaje. Expresiones cotidianas, aparentemente inofensivas, pueden reforzar roles de género tradicionales, excluir a personas con discapacidad o perpetuar sesgos raciales.

Adoptar un lenguaje inclusivo implica mirar críticamente cómo nos expresamos y cómo eso configura nuestras relaciones laborales y sociales. Es una herramienta clave para fomentar entornos equitativos donde todas las personas se sientan reconocidas y valoradas.

Más allá del lenguaje no sexista

Aunque el punto de partida más habitual hoy en día es la corrección del masculino genérico, por ejemplo, sustituyendo “los trabajadores” por “las personas trabajadoras” o “la plantilla”, el enfoque actual del lenguaje inclusivo es mucho más amplio e incluye también:

  • Evitar expresiones capacitistas (“sordo a las críticas”, “ciego a los errores”, “comportamiento esquizofrénico”).
  • Visibilizar la diversidad de orientaciones sexuales y de género, evitando asumir o normalizar la heterosexualidad como única opción o binarismos.
  • No reproducir estigmas sociales, como asociar pobreza con delincuencia o ciertos orígenes con determinados trabajos.
  • Adaptar el lenguaje a diferentes capacidades cognitivas o niveles educativos, para hacerlo más accesible y universal.
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Relevancia en las organizaciones actuales

El lenguaje que se utiliza dentro de una empresa no solo transmite información, también construye realidades, relaciones y estructuras de poder. Por eso, aplicar un enfoque inclusivo en la comunicación organizacional no es una moda pasajera, sino una práctica estratégica que impactará directamente en su cultura corporativa, el bienestar de las personas y la sostenibilidad del negocio.

Alineación con políticas DEI

El lenguaje inclusivo es una parte fundamental de las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI). Estas políticas son hoy en día un eje estratégico para muchas empresas comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 5 (igualdad de género) y el ODS 10 (reducción de desigualdades).

En general, se podría decir que las organizaciones que apuestan por el lenguaje inclusivo suelen tener también estructuras más horizontales, climas laborales más saludables y culturas organizacionales más empáticas y abiertas a la innovación.

Generación de entornos seguros

Un entorno seguro es aquel donde las personas no temen expresarse, cometer errores, pedir ayuda o mostrarse tal como son. El lenguaje inclusivo ayuda a crear estas condiciones de seguridad psicológica, que son esenciales para el rendimiento, la creatividad y el sentido de pertenencia.

Por ejemplo, evitar bromas machistas, homófobas o racistas en los canales de comunicación interna no es solo una cuestión de corrección política: es una base ética y emocional para el respeto mutuo.

Reducción de sesgos en la comunicación

El lenguaje inclusivo permite visibilizar y corregir sesgos inconscientes que se cuelan en la comunicación de nuestro día a día.

Expresiones como “buscamos un ingeniero joven y dinámico” pueden excluir perfiles por edad o género, mientras que valoraciones como “tiene carácter fuerte” o “es un líder nato” reflejan estereotipos que afectan a la objetividad en procesos como selección, evaluación o desarrollo profesional.

Ámbitos clave para aplicarlo en la empresa

Adoptar un lenguaje inclusivo no se limita a una declaración de intenciones: requiere integrarlo en todos los canales y soportes donde la empresa comunica. Desde documentos formales hasta la interacción diaria, cada palabra cuenta y tiene un impacto directo en cómo se sienten y se ven representadas las personas.

Documentación y normativa interna

La forma en la que una empresa escribe sus políticas habla tanto como su contenido. La redacción de normativas internas, códigos éticos, contratos, formularios o manuales de bienvenida debería revisarse desde una perspectiva inclusiva y sin sesgos. No se trata solo de sustituir sustantivos masculinos por formas neutras, también implicará el análisis del enfoque general del texto y detectar expresiones que refuercen estereotipos o invisibilicen a determinados grupos.

Por ejemplo, expresiones como “el trabajador debe informar…” pueden reemplazarse por “la persona que ocupe el puesto deberá informar…”, o utilizar directamente la segunda persona si el contexto lo permite: “deberás informar…”. Este tipo de ajustes transmite un mensaje claro de inclusión sin sacrificar la precisión legal o técnica de los documentos.

Comunicación institucional y diaria

Los pequeños gestos cotidianos marcan la diferencia. Correos electrónicos, convocatorias, presentaciones internas, actas de reuniones o mensajes en canales corporativos como Slack o Teams también deben revisarse bajo este prisma. A menudo, es aquí donde se cuelan fórmulas heredadas que perpetúan un lenguaje excluyente.

Evitar saludos como “Estimados señores”, emplear construcciones más amplias como “el equipo de…” en lugar de “los responsables”, o preguntar los pronombres preferidos cuando se incorpora una persona nueva, son prácticas sencillas que demuestran respeto y sensibilidad. Además, abordar temas delicados como bajas, reincorporaciones o conflictos con un lenguaje empático y neutral ayuda a crear un entorno de confianza y seguridad psicológica.

Marketing, web y atención al cliente

La proyección externa de la empresa es uno de los escaparates más potentes de sus valores. Si se cuida el lenguaje inclusivo en la marca empleadora, las campañas de marketing, la página web o los mensajes de atención al cliente, se genera una conexión más auténtica con públicos cada vez más diversos y exigentes.

Esto incluye desde el uso de imágenes representativas y diversas (en edad, género, etnia, capacidad, etc.), hasta la revisión de textos para evitar enfoques normativos o discriminatorios. Una web que pregunta “¿Cómo quieres que nos dirijamos a ti?” en lugar de forzar una elección binaria, o un chatbot que responde con lenguaje claro y neutral, refuerza una cultura de respeto que se percibe y se valora.

Cómo implementar lenguaje inclusivo con eficacia

Sustituir el masculino genérico

Aunque el masculino genérico es tradicional en muchos idiomas, hay múltiples formas de reemplazarlo sin afectar la claridad:

  • Desdoblamientos: “los y las estudiantes”, “empleados y empleadas”.
  • Formas neutras: “la plantilla”, “el equipo”, “la ciudadanía”.
  • Pronombres inclusivos: “quienes”, “personas que…”.
  • Reestructuración: en lugar de “el candidato deberá entregar su CV”, usar “el CV debe entregarse por la persona que se postule para el puesto vacante”.

El uso de la “e” o símbolos como “@” o “x” está más extendido en contextos juveniles o activistas, pero no siempre es accesible. Su uso debe adaptarse al público objetivo.

Auditar el lenguaje habitual

Realizar una auditoría del lenguaje en correos, documentos internos, materiales formativos o publicaciones digitales permite detectar expresiones obsoletas, sesgos involuntarios o fórmulas excluyentes.

Este análisis puede complementarse con encuestas o focus groups para conocer cómo perciben las personas trabajadoras la comunicación interna y qué mejoras consideran necesarias. Incluir criterios de diversidad, equidad y accesibilidad en las revisiones habituales contribuye a profesionalizar y modernizar el estilo comunicativo de la organización.

Crear una guía interna de estilo

Contar con una guía propia de lenguaje inclusivo ayuda a unificar el tono de la comunicación en toda la empresa. Debe incluir ejemplos, recomendaciones y criterios para distintos formatos (emails, redes sociales, comunicados, etc), y adaptarse al contexto de la organización.

Lo ideal es que se construya de forma colaborativa, se mantenga actualizada y se complemente con acciones de sensibilización o formación para facilitar su adopción. Una buena guía no impone, sino que orienta y transforma.

Formar y sensibilizar al personal

Cambiar la forma de comunicarnos requiere concienciación. Muchas personas no usan lenguaje excluyente por mala intención, sino por desconocimiento o hábito. Algunas acciones recomendadas:

  • Talleres de sensibilización en lenguaje y sesgos.
  • Píldoras formativas online para equipos de comunicación, ventas o atención al cliente.
  • Uso de herramientas como plantillas, glosarios o bots que sugieran correcciones en tiempo real.
  • También te recomiendo que complementes estas iniciativas con el curso de lenguaje inclusivo en la organización o el curso de fundamentos de igualdad de OpenWebinars.

Beneficios estratégicos para la organización

Adoptar una comunicación inclusiva no es únicamente una decisión ética o estética; representa una inversión directa en el bienestar del equipo, en la reputación de la marca y en la capacidad de atraer talento y generar impacto. Las palabras que usamos reflejan nuestros valores, y cuando esas palabras incluyen y cuidan, el retorno se nota en todos los niveles de la organización.

Mejora del clima y cohesión interna

El lenguaje puede abrir o cerrar puertas. Una redacción que evite estereotipos, roles de género asumidos o fórmulas masculinas genéricas tiene un efecto real en la motivación diaria. Cuando las personas sienten que su identidad es reconocida y respetada (ya sea en cuanto a género, origen, capacidades, edad u orientación) se incrementa su sentido de pertenencia.

Por ejemplo, cambiar “el desarrollador deberá…” por “la persona que ocupe este rol deberá…” no es un detalle menor: transmite inclusión y abre espacio para todas las identidades. En entornos donde el respeto es explícito, se fortalecen la confianza, la colaboración y la cultura de equipo, lo cual se traduce en mayor retención del talento y productividad.

Reputación corporativa alineada con el presente

En un mercado cada vez más consciente, las empresas ya no son juzgadas solo por lo que venden, sino por cómo lo comunican y a quién incluyen. Incorporar lenguaje inclusivo en las comunicaciones institucionales, la web o los procesos de selección transmite una imagen alineada con valores actuales como la equidad, el respeto y la sostenibilidad.

Esto impacta positivamente en la marca empleadora y en las relaciones con clientes, proveedores y entidades públicas. En sectores como el tecnológico, el educativo o el sanitario, adoptar un lenguaje inclusivo puede marcar la diferencia a la hora de conseguir colaboraciones, financiación o licitaciones.

Atracción y retención de talento diverso

El talento valora cada vez más las culturas organizacionales que se posicionan de forma clara en temas sociales. Una empresa que cuida su lenguaje está enviando un mensaje directo: aquí se respeta la diferencia y se fomenta un entorno seguro. Esto no solo amplía el alcance de los procesos de selección, sino que incrementa la probabilidad de que personas cualificadas quieran quedarse a largo plazo.

Además, utilizar un lenguaje inclusivo desde el primer contacto (ofertas, onboarding, comunicaciones internas) contribuye a generar experiencias positivas desde el inicio, lo que se traduce en mayor implicación y menor rotación.

Mayor claridad y efectividad comunicativa

El lenguaje inclusivo también mejora la comprensión y elimina ambigüedades. Expresiones claras, directas y respetuosas favorecen una comunicación más eficaz, ya sea en manuales internos, correos, presentaciones o comunicaciones externas.

Esto es especialmente útil en organizaciones con diversidad lingüística, equipos internacionales o plantillas multigeneracionales, ya que reduce la posibilidad de malentendidos y garantiza que los mensajes lleguen de forma adecuada a todas las personas, sin necesidad de decodificar construcciones complejas o cargadas de estereotipos.

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Conclusiones

Hablar de lenguaje inclusivo no es hablar de corrección política o de modas pasajeras. Es hablar de cómo construimos nuestras relaciones, de cómo reconocemos la dignidad de las personas y de cómo queremos proyectarnos como organización en un mundo que cambia a gran velocidad.

Adoptar un lenguaje inclusivo no significa dejar de ser naturales o fluidos, sino aprender a comunicar mejor: con más conciencia, más justicia y más empatía.

La inclusión comienza por la palabra. Y cada palabra cuenta.

Bombilla

Lo que deberías recordar del lenguaje inclusivo para organizaciones

  • El lenguaje inclusivo refleja los valores y cultura de la organización y debe aplicarse en todos los canales: documentos, comunicación interna y externa.
  • Las empresas deben ir más allá del género e incluir diversidad de capacidades, orientaciones y culturas.
  • Hay que promover una comunicación respetuosa que evita estereotipos y exclusiones. Es fundamental para crear entornos seguros y equitativos que fomentan la pertenencia.
  • Todo lo anterior ayudará a mejor la reputación, atraer talento diverso y fortalecer la cohesión interna.
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