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Calcular el Retorno de la Inversión (ROI) de los programas de formación corporativa no solo demuestra el valor tangible de los esfuerzos educativos, sino que también ayuda a perfeccionar futuras iniciativas para maximizar su impacto en la empresa. Descubre cómo hacerlo, aquí.
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El Joker jamás se metería a calcular el ROI de nada. Ni de la formación ni de cualquier otra cosa.
Él es más de quemar el dinero.
¿Recuerdas aquella escena de la peli ‘El caballero oscuro’?
Ahí estaba él, ante una pila enorme de fajos de billetes y ni corto ni perezoso cogió un poco de gasolina, una cerilla y lo demás te lo puedes imaginar.
Se pasó el ROI de su atraco por donde quiso.
Sin embargo, no creemos que tú opines igual. A ti el ROI sí te importa y a tu empresa más. Y probablemente se calcule en un montón de áreas.
Pero ¿se calcula el ROI de tu formación corporativa?
Sea cual sea tu respuesta, te aconsejo echarle un vistazo a este artículo. En él te vamos a contar qué es el ROI y cómo puedes maximizarlo para obtener más beneficios de tus planes formativos.
Saber qué ventajas genera cada euro invertido en la formación del equipo es clave para diseñar este tipo de iniciativas y sacar lo mejor de cada profesional que tienes en la empresa.
Por ello, medir el ROI debería ser una tarea rutinaria del responsable de formación, dentro del área de Recursos Humanos.
Esta figura no solo tendrá en sus manos el futuro de las habilidades de los trabajadores, sino que también los proyectos en los que estas sean necesarias.
Así que para ir sentando las bases de todo esto, veamos primero qué es el ROI y por qué se le da tanta importancia en este ámbito.
El ROI, o Retorno de la Inversión, es una métrica financiera utilizada para evaluar la eficacia de una inversión.
En el contexto de la formación corporativa, el ROI mide el beneficio o valor que se obtiene de los programas de formación en comparación con el costo que implican.
Esta métrica es crucial para determinar la viabilidad y el éxito de las iniciativas de capacitación.
Ahora bien, ¿cómo se calcula el ROI?
Una de las fórmulas más usadas para ello es la de Donald Kirkpatrick. Es muy sencilla y con tan solo un par de operaciones obtendremos el resultado que buscamos.
ROI = (beneficio obtenido – inversión) / inversión x 100
Como podemos ver, contempla dos elementos clave:
Medir el ROI de los planes formativos es fundamental por varias razones.
Primero, proporciona una visión clara del impacto financiero de tus programas de capacitación.
Esto permite a los líderes empresariales y a los profesionales de recursos humanos tomar decisiones informadas sobre la asignación de recursos y la planificación de futuras iniciativas de formación.
Además, entender cómo se calcula el ROI ayuda a identificar áreas de mejora, asegurando que los esfuerzos formativos estén alineados con los objetivos estratégicos de la empresa.
No obstante, otros puntos a resaltar y que motivan a medir el ROI de la formación son:
Una formación corporativa efectiva no solo mejora las habilidades y competencias de los empleados, sino que también juega un papel crucial en la fidelización de talento.
Los programas de capacitación bien diseñados y relevantes pueden aumentar la satisfacción y el compromiso de los empleados, reduciendo la rotación y fortaleciendo la cultura corporativa.
Esto, a su vez, se traduce en un mejor desempeño general y, potencialmente, en un ROI más alto de la formación corporativa.
Por otro lado, las compañías que no apuestan por la capacitación de sus empleados, además de perder talento, corren el peligro de quedarse obsoletas. Más aún en el sector tecnológico.
Esto implica desmotivación del personal y pérdida de ventajas respecto a la competencia.
En definitiva, la formación da la posibilidad a los profesionales de adquirir nuevos conocimientos y, con ello, de mejorar su desempeño.
Esto se traduce también en una imagen corporativa más destacada y una plantilla más fidelizada.
Ahora que tenemos claro qué es el ROI y cómo se calcula, veamos qué hay detrás de este concepto.
Es decir, además del aspecto económico, por qué es importante hacer seguimiento de esta métrica y cómo influye en otros aspectos del negocio.
El cálculo del ROI en la formación corporativa va más allá de simplemente medir el impacto financiero.
Es una herramienta estratégica que ayuda a los líderes de RRHH a:
Por otro lado, desde la perspectiva global del negocio, medir el ROI y que este sea positivo supone reforzar la estrategia en pro de conseguir resultados más favorables.
Y es que cuando las capacidades de los profesionales de una empresa se alinean con las áreas de desarrollo, se logra un mayor impulso en todos los sentidos.
En definitiva, además de examinar cuántos euros ha reportado a la organización cada euro invertido en formación, también es preciso atender a:
En la era de la transformación digital, el ROI de la formación corporativa adquiere una nueva dimensión.
No solo se trata de mejorar las habilidades técnicas del personal, sino también de fomentar una cultura de aprendizaje continuo que respalde la innovación y la adaptabilidad.
Este enfoque juega un papel crucial en la adaptación de las organizaciones a los rápidos cambios tecnológicos y culturales de la era actual.
Dicho de otro modo, medir el ROI de la formación en este contexto significa valorar cómo contribuye al desarrollo de una fuerza laboral ágil y preparada para enfrentar los desafíos del futuro digital.
Por otro lado, la medición del ROI permite identificar las áreas donde la capacitación en habilidades digitales puede tener un impacto significativo, asegurando que la fuerza laboral esté preparada para los desafíos y oportunidades del futuro.
Todo lo que se puede medir se puede mejorar. Y por ello, es fundamental pensar en diferentes propuestas para aumentar el valor del ROI en la formación.
El objetivo es que el beneficio en la empresa sea el máximo posible.
En relación a ello, te recomendamos revisar lo siguiente:
El primer paso para medir el ROI de la formación corporativa y maximizarlo es definir objetivos claros y medibles.
Estos objetivos deben estar alineados con las metas estratégicas de la empresa y deben ser capaces de traducirse en indicadores de rendimiento específicos.
Por ejemplo, si el objetivo de una sesión de formación es mejorar las habilidades de liderazgo, un objetivo concreto podría ser aumentar en un 20% la satisfacción del equipo en los próximos seis meses.
Establecer objetivos concretos no solo facilita la medición del éxito, sino que también asegura que la formación esté directamente vinculada a las necesidades reales de la organización.
Una vez establecidos los objetivos, es crucial seleccionar las métricas adecuadas para medir el progreso hacia estos.
Las métricas deben ser relevantes, fáciles de medir y directamente relacionadas con los objetivos de formación.
Por ejemplo, para medir el impacto de un programa de formación en las ventas, se podrían utilizar indicadores como el aumento porcentual en el volumen de ventas o la mejora en la tasa de conversión.
Además de seleccionar métricas, desarrollar un plan de evaluación robusto es esencial.
Este plan debe detallar cómo y cuándo se recogerán los datos, quién será responsable de su análisis y cómo se reportarán los resultados.
La evaluación debe ser continua, permitiendo ajustes en tiempo real para asegurar que la formación esté entregando los resultados esperados.
El diseño del contenido formativo y la elección de la metodología son fundamentales para el éxito de cualquier programa de formación.
El contenido debe ser relevante, actualizado y aplicable al puesto de trabajo, asegurando que los empleados puedan trasladar lo aprendido al contexto laboral.
La metodología, por su parte, debe facilitar el aprendizaje activo y la retención a largo plazo.
Métodos como el aprendizaje basado en proyectos, la gamificación o el microaprendizaje pueden ser particularmente efectivos, ya que promueven la participación activa y el compromiso del empleado.
Para comenzar a medir el ROI de la formación corporativa, es fundamental establecer una línea de base y definir claramente los objetivos de aprendizaje.
Estos objetivos deben ser medibles y estar alineados con las metas estratégicas de la empresa.
A partir de aquí, podemos dividir la evaluación en varios aspectos críticos.
Antes de implementar cualquier programa de formación, es crucial realizar una evaluación del costo frente al valor esperado.
Esto no solo incluye el costo directo del programa, como materiales y facilitadores, sino también costos indirectos como el tiempo de los empleados.
Comparar estos costos con el valor esperado, en términos de mejora de rendimiento y productividad, permite establecer expectativas realistas sobre el ROI potencial.
Uno de los indicadores más claros del éxito de un programa de formación es la mejora en la productividad y eficiencia de los empleados.
Medir cambios en el rendimiento laboral antes y después de la formación puede ofrecer una visión directa del impacto.
Esto puede incluir la reducción de errores, la mejora de los tiempos de ejecución de tareas o la capacidad para asumir responsabilidades adicionales.
El impacto financiero directo es quizás el aspecto más convincente al medir el ROI.
Esto implica cuantificar el retorno financiero que se puede atribuir directamente a la formación, como el aumento de ventas, la reducción de costos operativos o la mejora en la calidad del producto, que puede llevar a una mayor satisfacción del cliente y, en consecuencia, a un aumento de la lealtad del cliente.
La formación corporativa también juega un papel crucial en la retención y el compromiso de los empleados.
Programas de formación efectivos pueden reducir la rotación de personal, lo que disminuye los costos asociados con la contratación y capacitación de nuevos empleados.
Además, los empleados que sienten que la empresa apuesta por su formación suelen mostrar mayores niveles de compromiso y satisfacción laboral, lo que se traduce en un mejor desempeño.
Finalmente, el ROI de la formación corporativa también se puede medir en términos de cómo las nuevas habilidades adquiridas se aplican en el lugar de trabajo y mejoran la calidad del trabajo realizado.
Esto puede ser más difícil de cuantificar, pero las mejoras en la innovación, la creatividad y la resolución de problemas son indicadores clave del valor que la formación aporta a la organización.
Para calcular el ROI de las formaciones corporativas, es esencial comenzar por identificar y medir los beneficios tangibles e intangibles que estas aportan.
Los beneficios tangibles suelen ser más fáciles de cuantificar y pueden incluir el aumento de ventas, la reducción de costos operativos, y la mejora en la productividad.
Por otro lado, los beneficios intangibles, aunque pueden ser más difíciles de medir, son igualmente importantes.
Estos pueden incluir el aumento en la satisfacción y retención de empleados, mejora en la cultura corporativa, y el desarrollo de habilidades de liderazgo.
Dicho esto, para medir los beneficios tangibles, es necesario definir indicadores clave de rendimiento (KPIs) específicos antes y después de la formación.
Por ejemplo, si el objetivo de la formación es mejorar las habilidades de ventas del equipo, un KPI podría ser el incremento en el volumen de ventas.
Otro ejemplo podría ser la reducción en el tiempo de ejecución de ciertas tareas, lo cual se traduce directamente en ahorro de costos.
Por su parte, los beneficios intangibles, aunque más difíciles de cuantificar, pueden medirse mediante encuestas de satisfacción, evaluaciones de desempeño antes y después de la formación, y mediante el análisis de indicadores como la tasa de retención de empleados y el clima laboral.
Aunque estos no se pueden traducir directamente en cifras monetarias, su impacto en el rendimiento general de la empresa y en la moral del equipo es indiscutible.
Una vez que se han identificado y medido tanto los beneficios tangibles como intangibles, es momento de calcular el ROI.
Es crucial ajustar los resultados para reflejar la realidad de la empresa y asegurarse de que el cálculo del ROI incluya una visión integral del impacto de la formación.
Con todo esto, al determinar los objetivos de la formación, sus costes, los beneficios tangibles e intangibles, las empresas pueden analizar si la inversión en capacitación ha sido provechosa o no.
Este dato, además, les servirá para tomar decisiones que mejoren el rendimiento de los profesionales y haga crecer el negocio.
Teniendo un ROI claro, las compañías están en disposición de aumentar el valor de sus programas formativos y dar lugar a un impacto notable en su competitividad.
En OpenWebinars disponemos de varias herramientas que ayudan en la gestión y el seguimiento de la formación en un único lugar.
Podemos decir que, gracias a los datos que aportan, su uso es un pilar fundamental a la hora de medir el ROI sin tener que aplicar fórmulas ni coger la calculadora.
Son dos: el dashboard de gestión y control de planes formativos y agile learning.
Esta herramienta es esencial para la gestión de la formación de equipos y puedes acceder a ella desde aquí: Dashboard de gestión y control de planes formativos.
A través de la misma es posible crear itinerarios educativos personalizados, acceder a métricas detalladas, analizar información relevante, evaluar la eficiencia del equipo y facilitar la toma de decisiones informadas.
Además, destaca por ofrecer un acceso integral a datos críticos sobre la capacitación de equipos.
Esta otra herramienta permite planificar un año completo de formación, eliminar las tareas repetitivas y prevenir errores en la implementación de programas educativos.
El sistema de planificación Agile Learning, diseñado para líderes o administradores de capacitación empresarial, facilita la creación automatizada de programas de aprendizaje integrales.
Esta herramienta permite a las organizaciones optimizar la inversión en capacitación, asegurando que los empleados adquieran conocimientos de manera eficiente y efectiva.
Más concretamente les ayuda a:
Si quieres saber más sobre esta herramienta, haz clic aquí: Planificación de la formación (Agile Learning).
Medir el ROI de la formación corporativa es esencial no solo para validar la efectividad de las inversiones en desarrollo profesional, sino también para anticipar y alinear estas iniciativas con las tendencias futuras del mercado y la tecnológica.
En este sentido, se deben medir tanto beneficios tangibles como intangibles.
Por suerte, tenemos a nuestra disposición herramientas que nos ayudan a obtener datos prácticamente a tiempo real.
Como hemos visto, en OpenWebinars es posible medir el ROI de la formación del equipo de un simple vistazo.
Las herramientas que ofrece nuestra plataforma integran diversas opciones de métricas y analíticas que permiten conocer si el plan de formación está siendo rentable o no.
En este sentido, en caso de que los resultados no sean los esperados, facilitan la toma de acción rápida para reorientar el plan en pro de obtener mejores beneficios.
Sin duda, las empresas que adopten un enfoque proactivo y basado en datos hacia la formación estarán mejor equipadas para enfrentar los desafíos del futuro, asegurando su competitividad y el desarrollo continuo de su capital humano.
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