Desarrollo de dApps en Web3
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¿Web3 es solo una moda o realmente supera al modelo actual? En este artículo comparamos Web2 y Web3 en términos de estructura, funcionalidades y oportunidades. Así entenderás en qué se diferencian y qué puede ofrecerte cada uno según tus objetivos.
¿Te imaginas que cada vez que le das “Like” a algo en internet, recibas un beneficio directamente tú y no solo la compañía de esa red social? ¿De verdad existe algo así? Esa idea, que hasta hace poco sonaba a ciencia ficción, comienza a ser cada vez más real gracias a la aparición de la Web3.
Lo que entendemos hoy como el internet actual, hasta ahora lo hemos estado denominando como Web2, un entorno dominado por grandes plataformas y redes sociales que concentran la mayoría de los datos. Sin embargo, con la aparición de tecnologías como Blockchain, se abre todo un abanico de posibilidades que cambia la forma en que interactuamos en la red.
Pero… ¿Qué son exactamente estas tecnologías de las que tanto se habla y cómo se distinguen?
Hoy vamos a ver a fondo el funcionamiento de la Web2 y Web3, qué beneficios nos aportan, y cómo ambas tecnologías comienzan a coexistir e influir en tu futuro digital.
¡Vamos a ello!
La evolución de internet no es una línea recta, sino que consta de una serie de capas que se superponen con el tiempo. Para comprender Web2 y Web3, es necesario que volvamos al principio, a sus orígenes y tratar de entender cómo cada etapa pretende resolver problemas de la anterior.
Cuando apareció Internet allá por los años 90 (lo que sería la Web1) las páginas web eran básicamente de lectura y muy estáticas. A inicios de los años 2000, en pleno auge de la burbuja puntocom, las páginas se empezaron a enfocar en contenidos más interactivos y la aparición de las redes sociales (que felices éramos y no lo sabíamos), pero centralizando el poder en gigantes tecnológicos. Ahora, Web3 surge como una propuesta para redistribuir ese poder gracias a la descentralización.
Entender estos modelos no es solo una cuestión técnica, sino también un paso para aprender a desenvolverte en un mundo donde tus datos, tu identidad y tus activos digitales se gestionan de una forma radicalmente distinta.
La Web2 es el modelo actual y predominante de internet, basado en sitios web interactivos, redes sociales y plataformas de comercio electrónico (e-commerce). Aquí, los usuarios no solo consumen contenido, también lo generan, interactúan y colaboran. Esos contenidos se monetizan principalmente mediante publicidad y la recolección de datos. Las plataformas como Google, Facebook, Amazon y Spotify son claros ejemplos de Web2.
No obstante, este modelo suele implicar que tus datos y tu experiencia se encuentren en manos de estas empresas, quienes definen en gran medida qué sucede con tu información.
La Web3 representa la tercera generación de internet y gira en torno a la descentralización y el empoderamiento del usuario. Basada en tecnologías como blockchain, smart contracts y criptomonedas, permite el desarrollo de aplicaciones descentralizadas (DApps) en las que la autoridad y la propiedad de la información no depende de un único servidor o en una empresa.
En otras palabras, tú controlas tus datos y tu identidad digital de forma mucho más directa, gracias al uso de wallets criptográficas y protocolos que funcionan de manera transparente y segura. Este tipo de arquitectura elimina o reduce el papel de intermediarios, abriendo un enorme abanico de nuevas posibilidades en ámbitos como finanzas (DeFi), propiedad digital (NFTs) y comunidades autogestionadas (DAOs).
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Mientras Web2 prioriza la conveniencia y el acceso “gratuito” a cambio de datos, Web3 apuesta por la propiedad digital y la transparencia. Entender esto es clave tanto para profesionales tecnológicos como para cualquier usuario interesado en cómo evolucionará su experiencia online.
Hoy en día, la mayoría de nosotros interactuamos a diario con aplicaciones Web2 casi sin darnos cuenta. Redes sociales, plataformas de streaming, tiendas online, todas responden a la lógica de la Web2.
A continuación, repasamos estas características con algunos ejemplos de las aplicaciones más representativas de esta generación.
En Web2, grandes empresas como Google y Meta controlan servidores centralizados donde almacenan datos personales de sus usuarios. Esto significa que tu identidad digital y actividad online están en sus manos, lo que limita tu control sobre la privacidad.
Aunque esto facilita la experiencia, limita tu control y pueden llegar a comprometer tus datos a posibles vulnerabilidades o usos comerciales no siempre transparentes (como ha pasado y sigue pasando).
La principal fuente de ingresos de muchas plataformas Web2 es la publicidad dirigida, aprovechando los datos que proporcionas al navegar, comprar o interactuar (lo que comunmente conocemos como “el algoritmo”).
Este modelo permite el acceso gratuito a herramientas como redes sociales o servicios de mensajería, pero tu “moneda de pago” son los datos que proporcionas de forma consciente o inconsciente.
Mientras que en la Web2 el punto fuerte era la centralización y la recolección de datos por parte de las grandes empresas, la Web3 apuesta por todo lo contrario, para darte mayor autonomía como usuario gracias a la filosofía de la descentralización y en la posibilidad de que seas tú quien tome las decisiones y conserve la propiedad de tu información, en lugar de cederla.
Veamos sus puntos clave y algunas aplicaciones que ya están en marcha.
La descentralización es el corazón de la Web3. En lugar de almacenar tu información en un servidor único, las blockchains y los nodos distribuidos te permiten resguardar tus datos en la wallet que solo tú controlas. De este modo, nadie más tiene acceso a tu información sin tu consentimiento explícito, incrementando así la seguridad y privacidad, aunque también asumes la responsabilidad de gestionar tus claves y activos.
Un punto clave en la Web3 es la preocupación por la escalabilidad. Para solventarla, están surgiendo soluciones de capa 2 (Layer 2) como Polygon o Arbitrum, que agilizan y abaratan las transacciones sobre la cadena principal.
En lugar de basarse en publicidad, la Web3 abre paso a la economía del token. Los participantes reciben criptomonedas o tokens nativos del proyecto a cambio de contribuir al desarrollo o la promoción de la plataforma. Además, las DAOs (Decentralized Autonomous Organizations) llevan la filosofía descentralizada al terreno de la toma de decisiones colectivas, otorgando voz y voto a todos los poseedores de tokens, pudiendo influir en la dirección del proyecto.
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Hasta ahora, hemos visto qué caracteriza a la Web2 y cómo la Web3 plantea una alternativa descentralizada. Para que puedas ver de un simple vistazo sus principales diferencias, aquí tienes un resumen de los aspectos clave.
En esta tabla vemos de forma rápida las principales diferencias entre ambos modelos.
Aspecto | Web2 | Web3 |
---|---|---|
Propiedad de datos | Plataformas controlan y monetizan tus datos. | Usuarios gestionan sus datos mediante wallets. |
Modelo económico | Publicidad y venta de datos de usuarios. | Tokens, staking, transacciones P2P y DAOs. |
Tecnología | Servidores centralizados y bases de datos SQL. | Blockchain, nodos descentralizados y smart contracts. |
Acceso | Cuentas con email/contraseña (controladas por terceros). | Wallets criptográficas (claves privadas bajo tu custodia). |
Gobernanza | Decisiones centralizadas por equipos corporativos. | Comunidades votan con tokens (gobernanza descentralizada). |
Usar la Web2 todos sabemos hacerlo, hoy por hoy es sencillo, conectas tu dispositivo a Internet, abres tu navegador habitual, y listo. Ventajas, podemos destacar la cantidad de servicios “gratuitos”, el soporte técnico que ofrece las empresas que respaldan los servicios, en definitiva, la facilidad de uso. A cambio, debemos tener en cuenta la cantidad de vulnerabilidades y hackeos que sufren las empresas, el monopolio y control de nuestros datos y sobre todo la falta de transparencia, como ya hemos visto por ello, los juicios que han tenido grandes compañías.
Usar las Web3 requiere de ciertos conocimientos y suele ser todo bastante más complejo para acceder en un inicio, desde la creación de wallets hasta la interacción con plataformas descentralizadas, sin embargo, las ventajas son mucho más transparentes. Como hemos comentado la propiedad de nuestros activos digitales la controlamos nosotros, las transacciones que realizamos en la red no necesitan de intermediarios donde además hay una fuerte resistencia a la censura.
Pero no es todo perfecto, la experiencia de usuario no está tan pulida como en la Web2, las criptomonedas están sujetas a una alta volatilidad y aún existen retos técnicos importantes como la escalabilidad de las redes (y ya veremos con el tema de la computación cuántica, pero eso es otra historia).
Aunque a veces suene como si la Web2 y la Web3 fueran dos realidades que compiten, la verdad es que están empezando a unirse en formas muy interesantes. Empresas consolidadas en la Web2 incorporan poco a poco funcionalidades basadas en la Web3, mientras que proyectos nativos de la Web3 buscan lograr la adopción masiva que la Web2 ya tiene.
Veamos cómo se va materializando este camino.
Algunas empresas combinan lo mejor de ambos mundos, por ejemplo:
El punto clave de todo este tema. ¿Cómo se va a ir incorporando toda esta tecnología a la actual?
Grandes compañías como Meta (con su proyecto de metaverso) o Microsoft (con soluciones blockchain en Azure) están adoptando herramientas descentralizadas. Esto no va a ser inmediato ni mucho menos, es una transición gradual donde Web3 no reemplazará a Web2, sino que coexistirá y enriquecerá sus funcionalidades ofreciendo nuevas experiencias al usuario.
La Web2 nos brinda gran comodidad y servicios consolidados, mientras la Web3 nos promete un internet más participativo y orientado al usuario, donde cada persona es dueña de sus datos y su identidad digital. El punto clave está en la coexistencia, es muy probable que cada vez veamos más soluciones híbridas que combinen la facilidad de uso propia de la Web2 con la transparencia y autonomía que ofrece la Web3.
A medida que la adopción madure y se resuelvan desafíos técnicos (como la escalabilidad, la usabilidad y la formación de los usuarios), la Web3 va a transformar muchas de nuestras interacciones online, abriéndonos a un nuevo paradigma económico y social.
En mi opinión personal, en los últimos años, la reputación de los servicios basados en Web3 se ha visto condicionada por la especulación y aquellos que buscan rápidas oportunidades de negocio. Esto ha generado ciertas reticencias en el sector, pero también ha impulsado conversaciones sobre la necesidad de regulaciones, prácticas responsables y formación para que la Web3 ofrezca verdaderas ventajas y no solo ganancias especulativas.
De cara a futuro, es previsible que veamos una mayor regulación en torno a la Web3, impulsada por organismos que busquen transparencia y protejan a los usuarios, precisamente de esa misma especulación. Además, la interoperabilidad entre distintas blockchains cobrará más protagonismo, permitiendo el intercambio fluido de valor e información, mientras que la convergencia con la inteligencia artificial y la evolución de la computación cuántica plantearán nuevos desafíos a la seguridad y arquitectura de los sistemas descentralizados. Todo esto promete un escenario en el que la economía de creadores se verá aún más potenciada, como te había planteado en la introducción.
Además, en los próximos años veremos cómo cobran protagonismo tecnologías que facilitarán la adopción de la Web3. Por ejemplo, la abstracción de cuentas (Account Abstraction) permitirá que usar wallets sea tan fácil como entrar en cualquier otra app que usamos diariamente, mientras que las Identidades Digitales Descentralizadas (DIDs) harán que identificarnos online sea más seguro y sencillo, dándonos el control total sobre nuestra identidad.
Por otro lado, soluciones avanzadas de privacidad como los Zero-Knowledge Proofs (utilizados por redes como zkSync o Aztec) permitirán validar información sensible sin necesidad de compartirla directamente. Todas estas tendencias irán acompañadas de una mayor interoperabilidad entre blockchains como Cosmos, Polkadot o LayerZero, lo que facilitará aplicaciones más prácticas, rápidas y transparentes para todos.
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