Inteligencia emocional en el equipo: Por qué es esencial y cómo desarrollarla
¿Sabías que la inteligencia emocional es un factor determinante en el éxito de los equipos? Más allá de las habilidades técnicas, la...
Estudios recientes muestran que la inteligencia emocional es clave para la satisfacción y el rendimiento en el trabajo. La habilidad de entender y gestionar las emociones influye en la toma de decisiones, el trabajo en equipo y el liderazgo. Te contamos cómo puedes desarrollar la inteligencia emocional y transformar el ambiente laboral en un espacio más efectivo y positivo.
Como líder, tu capacidad para tomar decisiones no solo afecta los resultados financieros de la empresa, sino también el bienestar y el rendimiento de tus equipos.
¿Te has preguntado alguna vez cuánto impacta tu forma de gestionar las emociones, tanto las tuyas como las de los demás, en los resultados que buscas lograr?
Hoy en día en la empresa puntera, la agilidad y la innovación son clave, por tanto, desarrollar tu inteligencia emocional no es solo una ventaja competitiva, es sencillamente una necesidad estratégica.
No solo se trata de poseer habilidades técnicas o conocimientos específicos (hard skills), sino también de identificar y manejar adecuadamente las emociones (soft skills), tanto propias como ajenas.
Es más, la inteligencia emocional (IE) ha emergido como un componente esencial en el entorno laboral saludable.
Las relaciones interpersonales, la capacidad de comunicación, la motivación y la colaboración en equipo, la capacidad para afrontar conflictos y desafíos requieren un enfoque equilibrado y emocionalmente inteligente.
¿Te imaginas un equipo donde la comunicación fluya, donde las diferencias de opinión no se conviertan en barreras sino en oportunidades?
Desarrollar la inteligencia emocional no solo mejora el bienestar individual, sino que también puede transformar la dinámica de toda la organización.
En este artículo, exploraremos qué es la inteligencia emocional, sus componentes y cómo se puede desarrollar en el entorno de trabajo, destacando las estrategias, herramientas y el papel crucial de los líderes.
La inteligencia emocional, definida y sobre todo divulgada por Daniel Goleman, es la capacidad de identificar, entender, gestionar y utilizar las emociones de manera eficaz.
No solo abarca el control sobre nuestras propias emociones, sino también la habilidad para percibir y responder adecuadamente a las emociones de los demás.
La IE se compone de cinco elementos clave que interactúan entre sí:
Autoconciencia
La capacidad de reconocer y comprender nuestras propias emociones (implica reconocer los propios estados de ánimo, los recursos y la intuición -aprendizaje emocional adquirido con el tiempo, por lo tanto, se agudiza con la edad) así como su efecto en nuestras decisiones y comportamientos, también con los demás y en el trabajo.
Si un empleado no es consciente de que está sintiendo frustración o ira, estas emociones pueden manifestarse de manera impulsiva, es decir, reaccionando y, por tanto, empeorando el conflicto.
La autoconciencia permite identificar y comprender esas emociones y sentimientos en el momento en el que aparecen y elegir una respuesta más equilibrada y adecuada.
En el contexto de un conflicto, esto podría significar tomarse un momento para respirar antes de responder, o darse cuenta de que una emoción intensa está nublando la capacidad de tener un pensamiento con más objetividad.
En términos de neurociencia, detenerse antes de responder permite involucrar al neocórtex, la parte del cerebro encargada del pensamiento y comunicación simbólica o abstracta, de las ideas, la creación y la planificación a largo plazo, es decir, de procesos racionales y conscientes, lo que facilita la elección de una respuesta más adecuada. Por el contrario, cuando reaccionamos de manera impulsiva, es habitual que se produzca lo que se conoce como un “secuestro emocional“ por parte de la amígdala, eludiendo al neocórtex.
La amígdala, es la parte nuclear del cerebro emocional o sistema límbico, responsable de procesar emociones intensas como el miedo o la ira, activa el sistema simpático del cuerpo y prepara al organismo para la respuesta de lucha o huida ante un estímulo percibido como una amenaza. Y el conflicto, sin autoconciencia entrenada, se percibe como amenaza.
El neocórtex, a través de sus lóbulos prefrontales y frontales, se ocupa de coordinar nuestras emociones, mientras que la amígdala del sistema límbico facilita los “primeros auxilios” en situaciones emocionales vividas como crisis.
La autoconciencia, por tanto, posibilita que neocórtex y cerebro emocional trabajen juntos.
Autorregulación
La habilidad para controlar las emociones, impulsos y reacciones ante situaciones desafiantes, manteniendo la calma y el enfoque.
Es la habilidad de gestión de las emociones e impulsos propios, adecuarlos a una meta, responsabilizarse de los comportamientos, pensando antes de actuar, evitando valoraciones precipitadas e infundadas.
Por ejemplo, en lugar de alzar la voz o adoptar una postura defensiva, un empleado con un alto nivel de autorregulación puede responder de manera calmada, lo que invita a un diálogo más abierto y productivo.
Motivación interna
Un compromiso personal para mejorar y alcanzar objetivos a largo plazo, guiado por una actitud positiva y resiliente.
Es la habilidad de estar en constante búsqueda y persistencia en la consecución de los objetivos, enfrentando problemas y encontrando soluciones.
La motivación interna o motivación intrínseca, es uno de los componentes fundamentales de la inteligencia emocional, especialmente en el contexto del liderazgo y la gestión en el lugar de trabajo.
Mientras que la motivación externa está impulsada por factores como recompensas, reconocimiento o presión, la motivación interna se origina desde dentro de la persona, con un alto grado de iniciativa.
Se trata de la energía que viene de un profundo deseo de alcanzar metas personales, cumplir propósitos significativos y contribuir de manera genuina al éxito de una organización o equipo.
Los líderes con una motivación interna fuerte no solo están impulsados por el salario o el estatus, sino por un sentido de propósito que va más allá de los logros superficiales.
Este tipo de motivación es determinante en entornos laborales desafiantes y cambiantes, donde los incentivos externos pueden no ser suficientes para mantener el compromiso y la pasión de los equipos a largo plazo.
Es más, la motivación interna es fundamental para buscar soluciones más allá de lo previsto o establecido y alcanzar resultados excepcionales. Lograr resultados no es magia y no se trata de motivar solamente, sino de lograr el compromiso de los colaboradores.
Estamos hablando de compromiso. Y, en concreto, de un compromiso basado en valores. Y estos valores necesitan competencias y habilidades que posibiliten expresarlos y desarrollarlos de forma óptima.
Hay que tener en cuenta que un líder puede saber todas las técnicas de comunicación interpersonal, negociación y gestión de reuniones, pero si se comporta de manera soberbia, prepotente, injusta, cobarde o sin honestidad, nunca será un directivo excelente.
La buena noticia es que la motivación interna óptima también se puede aprender y desarrollar.
Empatía
La capacidad de entender las emociones y perspectivas de los demás, fomentando la conexión y la comprensión social.
Es la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás, poniéndose en su lugar, y responder de forma adecuada a sus reacciones emocionales.
A menudo, los desacuerdos surgen por la falta de comprensión mutua.
La empatía permite a las personas ver la situación desde la perspectiva de los demás, lo que ayuda a encontrar puntos en común y soluciones que sean satisfactorias para todas las partes involucradas.
Por ejemplo, en un conflicto por una diferencia de opinión sobre cómo manejar un proyecto, la empatía podría ayudar a entender el motivo por el que un compañero está preocupado por un enfoque en particular, lo que podría allanar el camino hacia un acuerdo.
Habilidades sociales
Las aptitudes para gestionar relaciones interpersonales, facilitar la comunicación y resolver conflictos de manera efectiva.
Es la habilidad para crear y manejar las relaciones con otras personas, saber persuadir e influenciar a los demás.
Las personas emocionalmente inteligentes tienden a tener habilidades sociales sólidas, lo que les permite comunicarse de manera clara y asertiva, escuchar activamente y buscar soluciones que beneficien a todos.
Estas habilidades son clave para resolver conflictos de manera más colaborativa que competitiva.
Por ejemplo, en lugar de imponer su punto de vista, una persona emocionalmente inteligente trabajará para crear un entorno de diálogo abierto, encontrando el tono adecuado, percibiendo los estados de ánimo de su interlocutor y facilitando que ambas partes se sientan escuchadas y valoradas.
Las tres primeras habilidades configuran la inteligencia intrapersonal y las dos últimas, la inteligencia interpersonal.
La inteligencia emocional es esencial en el lugar de trabajo por diversas razones.
Un colaborador con IE puede manejar mejor el estrés, relacionarse y comunicarse de forma efectiva, resolver conflictos de manera constructiva y adaptarse a cambios de manera eficaz, a su vez, mejora la productividad y fomenta un ambiente de trabajo más positivo y cohesionado.
La inteligencia emocional se aprende y se desarrolla a lo largo de la vida.
Por tanto, fomentar la inteligencia emocional en el lugar de trabajo trae consigo una serie de ventajas tanto para los individuos como para la organización en su conjunto.
A continuación, se desglosan algunos de los beneficios clave.
Una mejor comprensión de las emociones propias y de los demás facilita una comunicación más efectiva.
Las personas con IE pueden expresarse con claridad y comprender los matices emocionales en las conversaciones, lo que evita malentendidos y mejora la colaboración.
Cualquier entorno laboral donde interactúan diversas personas con diferentes perspectivas, personalidades y modos de trabajo está destinado a experimentar desacuerdos.
Por tanto, los conflictos son inevitables en cualquier lugar de trabajo, pero una alta inteligencia emocional permite transformar sus aparentes puntos de ruptura, incluso las tensiones prolongadas, en oportunidades de crecimiento y aprendizaje, es decir, abordarlos de forma constructiva.
Los empleados que saben manejar sus emociones pueden desescalar tensiones y trabajar hacia una solución que beneficie a todas las partes.
Hemos visto que los conflictos no siempre son negativos. De hecho, lo que ponen de manifiesto es que se producen desacuerdos o simplemente diferentes necesidades.
Si como líder sabes atender las distintas necesidades de las personas de tu equipo, lograrás que se sientan comprendidas, y si les guías abordando los conflictos de una forma más equilibrada hacia la solución, minimizando el posible impacto negativo que pueden tener en la productividad y en las relaciones laborales, estarán más comprometidas con los objetivos a alcanzar, consiguiendo mejores resultados.
Está demostrado que los empleados con un alto nivel de inteligencia emocional tienden a ser más resilientes frente al estrés y la presión, lo que les permite mantenerse enfocados en sus tareas, trabajando de forma más eficiente, sosteniendo una actitud más positiva.
Las emociones pueden crear un impacto positivo o negativo sobre nuestra salud física y mental.
De hecho, las emociones son indispensables en nuestro crecimiento personal y profesional si aprendemos a gestionarlas.
Las personas que son capaces de gestionar sus emociones y mostrar empatía hacia los demás promueven una cultura organizacional donde prevalece el respeto, la comprensión y el apoyo mutuo, lo que, contribuye a la mejora de un ambiente laboral más armónico y positivo así como incide en el bienestar general.
Desarrollar la inteligencia emocional en el trabajo requiere un enfoque proactivo y estrategias prácticas que involucren tanto el crecimiento individual como el colectivo.
A continuación, se presentan algunas tácticas que fomentan este desarrollo.
El primer paso para desarrollar la inteligencia emocional es incrementar la autoconciencia y descubrir cómo se manifiestan las emociones.
Para ello es imprescindible alentar a los empleados a reflexionar sobre sus emociones y cómo estas influyen en su comportamiento.
“Las emociones reprimidas, tanto positivas como las negativas, niegan a nuestro cerebro el acceso a unas sustancias químicas naturales que se liberan a través de la vivencia y la expresión de las emociones” (E.A. Sterrett).
Al poner la atención a las emociones aprendemos a nombrarlas y a manejarlas, nos permitimos sentirlas y al hacerlo nos ayudarán a aprender y a conectar con otras personas.
Por tanto, dar nombre a las emociones es la base de la mayoría de las competencias emocionales. En palabras de Daniel Goleman es la “brújula interior”.
Herramientas como la meditación, la escritura en un diario o la retroalimentación 360 pueden ayudar a tomar conciencia de los patrones emocionales y cómo impactan en el entorno laboral.
La autorregulación emocional se centra en aprender a manejar las emociones para que no interfieran negativamente en el desempeño laboral.
Estrategias como la práctica de la respiración profunda, la meditación o técnicas de manejo del estrés pueden ayudar a los empleados a mantener la calma en situaciones difíciles o delicadas.
Además, fomentar una cultura que valore el equilibrio emocional puede ser clave para que los empleados se sientan respaldados en su proceso de autorregulación.
La empatía es fundamental para fortalecer las relaciones interpersonales en el trabajo.
Para desarrollarla, se puede promover la escucha activa, la apertura a diferentes perspectivas y el reconocimiento de las emociones de los demás.
Ejercicios de cambio de rol y dinámicas de equipo pueden ayudar a sensibilizar a los empleados y a mejorar su capacidad para ponerse en el lugar del otro.
Implementar herramientas adecuadas para fomentar la inteligencia emocional en el lugar de trabajo puede marcar una gran diferencia en el bienestar y el rendimiento de los empleados.
La formación y los talleres enfocados en el desarrollo de la inteligencia emocional son una excelente forma de crear conciencia sobre su importancia y proporcionar estrategias prácticas para mejorarla.
En los talleres se pueden abordar temas como la gestión de emociones, el desarrollo de habilidades sociales y la resolución de conflictos.
Las competencias que pertenecen a la inteligencia interpersonal han sido el objetivo de la formación de líderes desde hace años.
Las competencias de la inteligencia intrapersonal, como la autoconciencia, la autorregulación y la automotivación son más novedosas en el ámbito empresarial y no suelen incorporarse en planes de formación de directivos.
Estas competencias de inteligencia intrapersonal se pueden desarrollar a través de un intenso trabajo individual en un proceso acompañado por un coach, para descubrir valores y analizar las creencias que se han ido formando alrededor de estos valores.
En el Curso de inteligencia emocional aplicada a equipos de alto rendimiento aprenderás conocerte mejor, a mejorar las habilidades que te ayudarán a crecer como persona y a desarrollar tu inteligencia emocional dentro del ámbito personal y laboral. Esta es tu oportunidad para actuar de manera más consciente, convertirte en un líder que inspire y dar un salto cualitativo en tu rendimiento.
Los programas de bienestar emocional, que incluyen actividades como el mindfulness, la gestión del estrés y la resiliencia, son una excelente forma de apoyar a los empleados en su desarrollo emocional.
Estos programas proporcionan un espacio seguro para que los empleados aprendan a cuidar su salud mental y emocional, lo que se traduce en un mejor rendimiento laboral.
Aunque no hay una forma exacta de medir el coeficiente emocional de las personas, existen formas de evaluar de inteligencia emocional, como el test EQ-i 2.0, que pueden proporcionar una visión clara de los niveles actuales de IE en los empleados y líderes.
Con base en los resultados, se pueden desarrollar planes de acción personalizados para mejorar áreas específicas.
Estas evaluaciones permiten a los empleados identificar fortalezas y áreas de mejora, facilitando el desarrollo continuo de su inteligencia emocional.
Los líderes juegan un papel decisivo en el desarrollo de la inteligencia emocional dentro de la organización, su comportamiento y actitudes influyen, a la vez, en la cultura organizacional y en cómo los empleados gestionan sus emociones.
Un líder con IE es capaz de reconocer y gestionar sus propias emociones, así como las emociones de su equipo, con empatía, escucha activa y toma de decisiones basada en el bienestar de todas las personas involucradas.
Los líderes emocionalmente inteligentes suelen tener más influencia al motivar a su equipo, además previenen y gestionan el estrés de manera más efectiva, logran mayor compromiso de los colaboradores y obtienen resultados con un nivel de excelencia superior al esperado.
Los líderes que fomentan una cultura de feedback constructivo y de reconocimiento, valorando las aportaciones emocionales y personales de los empleados, con empatía y comprensión como pilares fundamentales, logran impulsar el crecimiento del equipo tanto en su desempeño como en su inteligencia emocional.
Asimismo, reconocer los logros y esfuerzos emocionales de los empleados fortalece su motivación y refuerza su sentido de pertenencia.
Los líderes que generan un entorno donde los empleados se sientan seguros para expresar sus emociones sin temor a represalias o juicios, impulsan una cultura de respeto y apoyo emocional que favorece la confianza, la colaboración y la creatividad en el equipo.
Un entorno emocionalmente seguro permite a los empleados ser más auténticos y estar más comprometidos con su trabajo.
Desarrollar la inteligencia emocional en el lugar de trabajo es un proceso continuo que requiere compromiso tanto individual como organizacional.
Los empleados emocionalmente inteligentes son más capaces de gestionar el estrés, resolver conflictos y comunicarse de manera efectiva, lo que mejora el rendimiento y la cohesión del equipo.
Por su parte, los líderes tienen la responsabilidad de fomentar un entorno emocionalmente seguro y apoyar el crecimiento emocional de sus equipos.
De ahora en adelante, la inteligencia emocional será aún más determinante en la medida en que las organizaciones enfrentan retos tan desafiantes como la transformación digital hacia la innovación, la conciliación en el trabajo remoto y la necesidad de entornos laborales más inclusivos, empáticos y saludables.
Las empresas que prioricen el desarrollo de la inteligencia emocional en sus colaboradores estarán mejor equipadas para prosperar en estos tiempos de cambio y transformación.
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