Qué es la Inteligencia Emocional: Cómo aplicarla en tu entorno laboral
Todos hemos oído hablar alguna vez sobre el concepto de inteligencia emocional y de su importancia en el trabajo. Por ello, desde...
Te explicamos las diferencias existentes entre inteligencia emocional e inteligencia racional, las implicaciones que tiene cada una de ellas y por qué es importante saber combinarlas.
Tabla de contenidos
Según David Caruso, uno de los pioneros de la inteligencia nacional:
“Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas”.
Siempre se ha dicho que el corazón y la cabeza están separadas, por lo que para ser una persona completa o inteligentemente emocional hay que saber balancear razón (corazón) y emoción (cabeza).
Los procesos de la mente racional (razón) requieren de un análisis de las diferentes opciones antes de la toma de una decisión. Es nuestra parte analítica y empírica, basada en hechos puros.
Las emociones son necesarias para el proceso cognitivo humano, entre otras cosas, porque propician la toma de decisiones de forma rápida y automática en decisiones que se refieren al día a día de las personas, actuando como disparador.
Un ejemplo de este comportamiento automático podría ser la rapidez con que podemos sortear un accidente de tráfico, lo que llamamos rapidez de reflejos, y cuyo disparador en este caso sería el miedo. Sin este disparador emocional y estos mecanismos automáticos en la toma de decisiones, si solo pudiésemos disponer de la consciencia racional, que necesita evaluar las diferentes opciones, sin duda nos habríamos estrellado.
En esta imagen podemos ver que, la persona, es un conjunto entre la inteligencia emocional y el coeficiente intelectual.
Con la inteligencia emocional aprendemos a gestionar nuestras emociones y sentimientos (el saber ser), que son el 99% de las emociones.
Con el coeficiente intelectual medimos las habilidades necesarias para realizar tareas mentales (el saber), es decir, medimos la inteligencia racional.
Está demostrado que entre el 10% y el 20 % del éxito profesional se debe al coeficiente intelectual (inteligencia racional) y el resto a la inteligencia emocional.
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