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Liderazgo antifrágil: Crecer con cada crisis

Ser antifrágil no es un rasgo innato: es una competencia que puedes desarrollar. Aprender a sacar provecho de la presión, adaptarte rápidamente y crecer tras cada crisis es clave para liderar equipos resilientes y preparados para lo inesperado.

Carlos Heres

Carlos Heres

Lectura 9 minutos

Publicado el 10 de julio de 2025

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Corre el año 1814. Napoleón, tras el estrepitoso fracaso de su campaña en Rusia, renuncia mediante el tratado de Fontaineableau al trono de Francia e Italia, y se exilia a la isla de Elba con menos apoyos que nunca.

Meses más tarde, el 1 de marzo de 1815, desembarca de nuevo en el continente y emprende el camino a París sin disparar un solo proyectil, respaldado por un ejército de 140.000 soldados y más de 200.000 voluntarios. Se alza de nuevo con el poder.

Las potencias europeas, conscientes de que se trata de un ahora o nunca, unen fuerzas bajo la Séptima Coalición, que culminaría en la apoteósica batalla de Waterloo. Finalmente, Napoleón es desterrado de una vez por todas, esta vez a la remota isla de Santa Helena.

De película. ¿No crees? O mejor dicho, si no estuviera bien registrado en la Historia, creeríamos que fue ficción pura y dura, un giro de guion poco creíble en una película palomitera.

Tú también puedes aprender a caer de pie y aprovechar todas las oportunidades que se te presenten. Sólo espero que no sea necesario desterrarte DOS veces como a un villano de las pelis de Michael Bay. ¡Sigue leyendo!

Antifragilidad aplicada al liderazgo como nueva mentalidad

¿Has oído hablar de la Antifragilidad? Bajo este paradigma, nosotros somos la gestión del cambio, pues hasta el iceberg al que vamos directos en ruta de colisión nos favorece. Batman comparaba a Gotham City con un yunque en el que cada golpe te forjaba o te astillaba en mil pedazos. También queda ejemplificada en esa célebre frase, fuente inagotable de tatuajes y posters motivacionales, “Lo que no te mata te hace más fuerte”, que Nietzsche grabó en su célebre obra, el Crepúsculo de los ídolos (1888)

Antifragilidad no significa exactamente Resiliencia, sino, simplemente, la antítesis de lo vulnerable. Podemos considerarlo una Resiliencia 2.0, con un enfoque mucho más proactivo que reactivo, y para la cual los cambios bruscos y las crisis son oportunidades estratégicas a aprovechar. Algo muy digno de interiorizar, especialmente si estamos a la cabeza de un equipo o empresa y tenemos aspiraciones en esto del liderazgo.

Más allá de la resiliencia

En efecto, la resiliencia no es sino el punto de partida.

Origen y evolución del concepto

La autora Tasha Eurich comentó recientemente que el concepto de Resiliencia entra en escena desde las profundidades de la literatura académica (y se asienta en la cultura popular) a raíz de la crisis de 2008. Es en respuesta a esta catástrofe socioeconómica que requerimos adoptar ese término, y que definimos como la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.” (según la RAE) – Desde entonces, comenta, vivimos en una era de caos, donde cada día tenemos nuevos desequilibrios y los niveles de estrés son los más altos de épocas recientes. Vamos, todo un entorno caracterizado por la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VUCA).

Por ello, en el contexto de los estragos de la crisis de 2008, el economista y pensador libanés Nassim Taleb publicó el libro ”Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden” (2012), a modo de cuarta parte de su tratado filosófico donde explora las implicaciones de la incertidumbre, Incerto. Casi desde el momento de su acuñación, el término ha sido ampliamente difundido, y casi siempre acompañado de su hermana mayor más célebre, la Resiliencia.

Liderar en lo incierto


Mantener la siempre presente incertidumbre bajo control es uno de los rasgos del liderazgo, pues, en esencia, se trata de lograr una firme tolerancia ante la ambigüedad. Liderar en lo incierto supone aceptar dicha ambigüedad, sentirse cómodo/a en estos entornos de alta incertidumbre, vigilando las crisis de indecisión. Recuerda, es parte natural de la vida… y esto incluye al liderazgo.

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Diferencias entre liderazgos reactivo, resiliente y antifrágil.

No se trata ni mucho menos de una comparación exhaustiva, pero nos ayudará a formar una idea general bastante acertada.

Reactivo Resistente Antifrágil
Apagar fuegos: reacciona y corrige situaciones. Crea estabilidad y mantiene el status quo. Crea sistemas que mejoran bajo el estrés y la volatilidad.
Toma de decisiones centrada en problemas inmediatos. Tiende a culpar factores externos. Énfasis en la planificación de contingencias, construye “margen” y redundancias. Prefiere lo predecible. Se adapta al cambio, lo tolera y lo abraza activamente. Lo usa como combustible para crecer e innovar.
Falta de planificación estratégica. A menudo llega tarde a identificar problemas y tendencias. Planifica defensas robustas y procesos que no puedan verse comprometidos. Mitiga riesgos y crea estructuras para limitar pérdidas y maximizar ganancias. Piensa en múltiples horizontes simultáneamente.
Gestión del cambio es la excepción en lugar de la norma. Gestiona el riesgo a través de mitigarlo. Gestiona a través de su capacidad para adaptarse y evolucionar.

Por cierto, si te gustaría aprender mucho más sobre el liderazgo te recomendamos encarecidamente nuestros Cursos de liderazgo en OpenWebinars. ¡Apúntate!

Rasgos clave de los líderes antifrágiles

Al igual que tantas veces hemos comentado las habilidades imprescindibles para ser un buen líder, esta vez iremos un paso más allá.

Visión no lineal y adaptativa

En el contexto de la Antifragilidad, lo vemos sobre la marcha. Apreciamos múltiples opciones y caminos alternativos, a fin de apostar por la flexibilidad y adaptarse lo más rápidamente posible al cambio. Conformaremos un porfolio de inversiones e iniciativas innovadoras, siendo conscientes de que muchas no despegarán, pero otras serán una gran apuesta ganadora. Es decir, gestionamos activamente el riesgo para maximizar el potencial de ganancias.

A su vez, plantearemos buscar activamente la disrupción: No esperaremos a que un competidor externo nos tumbe con una llave de Judo, sino que constantemente cuestionaremos los puntos débiles de nuestros modelos de negocio y operaciones.

Ahora bien, que seamos volubles no implica que nuestros valores no estén grabados en piedra. Buscamos la flexibilidad en las circunstancias, estrategias, tácticas y ejecución… sin perder el norte.

Capacidad de aprendizaje activo

El aprendizaje activo (y por extensión, la mejora continua) es una de las virtudes más importantes del líder antifrágil, pues se pueden extraer muchos insights privilegiados de los fracasos y la incertidumbre.

No se trata de experimentar sin ton ni son, sino que se lleva a cabo una firme metodología, además de establecer laboratorios de innovación que colaboren con startups y universidades. Dicha innovación no es un evento aislado, sino un proceso iterativo en el equipo y la empresa.

A su vez, no se abraza el ensayo y error de manera caótica, sino que se diseñan experimentos estructurados, hipótesis claras, métricas definidas… y así aprovechar bien el ejercicio. De hecho, es posible identificar los fracasos fácilmente y a bajo coste, a través de metodologías como el prototyping, el MVP (Minimum Viable Product) o el A/B testing.

En resumen, si vas a realizar experimentos, es mejor fracasar rápido y barato que montarte una superproducción y obtener cero resultados igualmente, y derrochar tiempo, esfuerzo, dinero y otros recursos en el proceso.

Comunicación centrada en la calma y el sentido

El liderazgo antifrágil tiene el aspecto de un viejo maestro de Kung Fu, sumido en una calma meditativa pero capaz de increíbles hazañas una vez se pone en movimiento. La competencia es uno de los pilares del liderazgo, pero cuando está mal fundamentada, es muy frágil. Una vez rota, se ve la pantomima que hay detrás, esa “maestría artificial” cuyas promesas nunca llegan a materializarse.

Somos conscientes de que no sólo a través de la competencia se genera la confianza, sino que muchas veces es mediante el acto de ser humilde, transparente, de ser receptivo/a ante el feedback, de reconsiderar la situación, de rectificar y cambiar el curso de la estrategia. Además, siempre se intenta construir con el win/win, la confianza mutua y el beneficio compartido como pilar fundamental.

Acciones prácticas para desarrollar liderazgo antifrágil

Toma nota atentamente…

Tomar decisiones con información imperfecta

Nunca hemos tenido “información perfecta”. ¿Significa por ello que hemos actuado a ciegas? Podemos ponernos pesimistas y citar una hermosa y evocadora cita de Arthur Schopenhauer: “Deambulamos en el laberinto de nuestras vidas y en la oscuridad de nuestras investigaciones; momentos de claridad iluminan nuestro camino como reverberaciones de relámpagos.” Sí, amigo Schopenhauer, es cierto que lo que sabemos no es más que una gota en el océano del cosmos. Pero eso nunca nos ha privado de actuar.

Diseñar estructuras flexibles y redundantes

La redundancia es una cualidad muy infravalorada, especialmente si preguntamos al público general. Quizá creas que un diseño hecho desde la eficiencia y el minimalismo pueda escatimar en repuestos y confiar en que las cosas salgan bien a la primera…. pero si quieres ser resistente ante cualquier circunstancia… debes curarte en salud.

En ingeniería, los sistemas críticos se aseguran mediante la redundancia, instaurando elementos auxiliares redundantes para lograr un producto final a prueba de fallos, y por esto mismo, existen los backups de datos. Recuerda la importancia de tener un plan A y un plan B… y añadir de paso un plan C y un plan D.

Fomentar la cultura de ensayo y error

“Toda vida es un experimento. Cuantos más experimentos lleves a cabo, mejor.” firmaba el pensador Ralph Waldo Emerson. Debemos cambiar el chip y apreciar la belleza del aprendizaje y el ensayo-error, re-formulando nuestra idea del éxito y el fracaso. Actuemos con Independencia de resultado (en inglés: outcome independence) que nos dice que lo importante no es ganar o perder sino jugar un gran partido y aprender con cada pase. El fracaso es una fuente valiosísima de información, y por ello debemos extraer todo tipo de enseñanzas. Recuerda también la famosa cita de Edison tan popular en Linkedin: No he fracasado 700 veces, he tenido éxito probando 700 maneras de cómo no construir una bombilla.

Beneficios de liderar con antifragilidad en tiempos complejos

Está claro, las épocas difíciles son las que nos ponen a prueba.

Agilidad y fortaleza organizativa

El líder antifrágil por excelencia entrena su pensamiento sistémico para comprender las interacciones e interdependencias de un entorno o ecosistema. De esta manera, mantiene una visión holística de sus elementos y cómo éstos se relacionan, a fin de extraer beneficios estratégicos.

Por ejemplo, tratará de diseñar una arquitectura que pueda re-estructurarse de forma flexible ante las demandas del entorno. Para ello, es vital establecer equipos versátiles, procesos multi-función, y una toma de decisiones descentralizada. Básicamente, el verdadero desafío consiste en construir organizaciones que sean simultáneamente ágiles y robustas.

Innovación desde la disrupción

Otro de los rasgos distintivos de los líderes antifrágiles es una clarísima mentalidad de crecimiento. Al comprender las interacciones e interdependencias de los sistemas (como mencionábamos en el apartado anterior), pueden identificar acciones y resultados que otros no sabrían pronosticar, y actuar en consecuencia. Por eso mismo, cualquier crisis es una oportunidad para crecer y aprender. Y no sólo se trata de volver al status quo tras el incidente, sino de emerger más fuertes.

Reputación de liderazgo transformador

Aunque parezca paradójico, la mejor manera de liderar es convertirse en un buen ejemplo de liderazgo. Ya sea mediante la curiosidad intelectual, la capacidad para admitir errores, o la celebración del aprendizaje obtenido aún en el fracaso… serán las prácticas y los resultados y lo que asiente la reputación.

Al igual que un experimentado capitán, navegaremos aguas turbulentas y llevaremos los proyectos a buen puerto. Una vez queda demostrado que, en medio de la incertidumbre, podemos generar valor a partir del caos… nos habremos convertido en auténticos/as líderes antifrágiles.

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Conclusiones

Muy probablemente, si has llegado hasta aquí, has pensado constantemente que esto es ciencia ficción. Ciertamente, esto es una idea más teórica que práctica, un ideal abstracto, que nos pinta esta especie de industrialista maníaco de Silicon Valley, de rasgos latentemente masoquistas y devoción por el Bushido… Pues bien, podría decirse que:

El liderazgo antifrágil es la evolución necesaria que responde a la creciente complejidad y volatilidad del entorno empresarial internacional. Nos adentramos en una era de cambio exponencial y disrupción sin precedentes, y las empresas que estén lideradas por estas personas estarán a la cabeza de sus respectivas industrias, transformando la incertidumbre en una clarísima ventaja competitiva.

Lo cual también es cierto, pero si seguimos por este camino, antes o después nos veremos obligados a parar el carro y realizar una humilde reflexión. La autora Tasha Eurich comenta que la resiliencia es una cualidad de los seres vivos para sobrevivir, no para medrar. Por ello, las más de las veces sirve como último recurso y no como una ventaja competitiva más. El mundo capitalista en el que vivimos (excepto al borde de la quiebra) no espera que “sobrevivir” sea un objetivo, sino que busca un continuo crecimiento, muchas veces bajo objetivos y métricas que son pura fantasía.

¿Cómo nos enfrentaremos a la incertidumbre y la volatilidad, a la vez que impulsamos el crecimiento y la innovación? Sí, el caos es un aliado y a río revuelto ganancia de pescadores, pero eso de emerger más fuertes y capaces… No obstante, es cierto que en un entorno VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad), el management debe ponerse debe ponerse las pilas y encarnar un gran liderazgo (de cualquier tipo) como respuesta a estos desafíos.

Seamos conscientes que apostar a ultranza por la Antifragilidad puede suponer un choque de trenes emocional antes o después, especialmente si no tenemos paciencia, no cuidamos nuestras expectativas, o no somos conscientes de hasta dónde podemos llegar. No obstante, es interesante tomarnos las malas noticias con un poco de experimentación y estoicismo… ¿no crees?

¿Pueden las personas y equipos aprender a ser verdaderamente antifrágiles? ¿Lo integraremos en la cultura de empresa, el análisis de riesgos y la toma de decisiones? Si te atrae este tema, no dudes en cursar nuestra Ruta formativa en liderazgo y gestión de equipos.

Bombilla

Lo que deberías recordar del liderazgo antifrágil

  • Se trata de ir un paso más allá de la resiliencia, entendiendo la incertidumbre casi como una ventaja competitiva.
  • Mientras que algo frágil se rompe bajo presión y algo resistente se mantiene imperturbable, lo antifrágil se fortalece y mejora cuando se enfrenta a la volatilidad, el estrés y el desorden.
  • Las empresas de éxito han sabido navegar y capitalizar las crisis del entorno empresarial moderno.
  • El ensayo y error es más que una simple metodología, es una filosofía fundamental en la innovación, el liderazgo y la toma de decisiones.
  • No escatimes en redundancia, pues asegurar puntos críticos y áreas clave mediante backups o diversificación geográfica puede ser la diferencia entre el éxito y el desastre.
  • La estabilidad es una ilusión pasajera. En breve vendrá el desequilibrio, y entonces habrás de aprovechar la oportunidad para aprender, crecer y mejorar. No temas al cambio, dale la bienvenida.
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