Herramientas y tecnologías para ser desarrollador Blockchain
En este Taller, nuestro profesor te explicará las características fundamentales de las principales tecnologías utilizadas para crear e...
El concepto de Smart Contract está ganando relevancia en estos tiempos, pero ¿sabes qué es y cómo funciona? En este artículo aclaramos todas tus dudas.
Smart Contracts, blockchain, tokenización, NFTs… Para entender qué es un Smart Contract, antes hay que aclarar qué es un “contrato”: un acuerdo entre dos o más partes que especifica lo que se debe hacer, en qué condiciones, la penalización si no se cumple, etc…
Pero los contratos están sujetos a leyes y jurisdicciones territoriales, y es necesario que los notarios o los juzgados formen parte, lo que aumenta los costes y sobre todo los plazos… que no nos podemos permitir en una economía digital.
¿Cómo podemos quitarnos de encima estos problemas? Con los Smart Contracts: son scripts (código en algún lenguaje de programación), las condiciones y cláusulas del contrato son sentencias y comandos en el código que lo forma. Por ejemplo, un “if” para indicar que “si el plazo de entrega sobrepasa 1 hora al de salida del almacén, el importe se minorará en un 5%”.
Un contrato inteligente es capaz de ejecutarse y hacerse cumplir por sí mismo, de manera autónoma y automática, sin intermediarios ni mediadores. Aquí es donde la tecnología es necesaria: el Smart Contract es la sentencia que se ejecuta, que traduce un acuerdo entre dos partes; IoE (Internet de Todo, que es como deberíamos llamar ya a Internet de las cosas) actúa como generador de datos (sensores, velocímetros, termómetros, alarmas, correladores de eventos… y un infinito etcétera). A estos “inyectores” de datos se les denomina oráculos, cuya clave es que aporten datos en el momento necesario, y que estos datos sean de calidad, es decir que sean ciertos y completamente fiables.
Por eso un Smart Contract no es simplemente un “contrato digital” que se ejecuta de forma más ágil que uno “tradicional”, sino que implica muchas más cosas y no todas ellas tienen que ver simplemente con la tecnología que corre por debajo, por ejemplo Ethereum, es decir hoy en día es blockchain, pero mañana será su evolución.
Un token no es un objeto tangible pero tampoco es un objeto digital, sino un derecho de explotación sobre algo; este derecho se representa de forma digital sobre un registro inmutable y distribuido, es decir blockchain. Y esto implica que es fiable, es decir, que confiamos en el registro de cuántos tokens existen de cada bien, y quién tiene cada uno, por cómo funciona blockchain: si alguien quiere trampear o hackear la información, resumiendo mucho necesitaría una capacidad similar a poder modificar el contenido de más de la mitad de todos los ordenadores del mundo que participen en la blockchain; es decir, se considera imposible.
Y la relación entre los tokens y los Smart Contracts es muy estrecha. Un token no es el equivalente a una “acción digital”, las acciones en versión digital llevan muchos años ya funcionando… cuando adquieres un token, la diferencia radica en que con la acción “poseemos” una parte de la empresa, pero con un token sólo poseemos una parte de los derechos sobre algo; por ejemplo, una vivienda o un edificio que podría generar beneficios si se alquila; y se reparten esos beneficios en función del reparto de sus tokens… sin que esto afecte a quién es el propietario del edificio.
Por lo tanto, la tokenización elimina barreras de entrada para llevar a cabo inversiones.
¿Cómo funcionan los Smart Contracts en relación a estos tokens? Pues porque “disparan” el reparto de beneficios para los que poseen los tokens.
¿Cuál es la ventaja de esta tokenización? Que aporta liquidez a la transmisión de los derechos sobre un activo (un bien), gracias al fraccionamiento: un edificio suele tener un valor muy alto, por ejemplo 5 millones de euros, con lo cual prácticamente nadie tendría acceso a su propiedad… pero si lo dividimos en 10.000 partes, cada una de ellas tiene un valor de 500 euros; esta cantidad es accesible a una enorme cantidad de la población. En cierto sentido, estamos abriendo la posibilidad de democratizar la posesión de derechos sobre bienes de muy alto valor.
Un token es muy fácil de transmitir, y esto hace que sea muy líquido, es decir no necesitamos ir a ningún notario, ni rellenar infinidad de formularios, ni pagar impuestos (ojo, de momento!!! los gobiernos no tardarán en legislar al respecto)… simplemente podemos utilizar una plataforma electrónica sencilla (de forma similar a hacer trading, con una simple app del móvil en la que ordenamos “compra” o “vende” cierta cantidad, contra una cartera o wallet que tenemos conformada).
De forma resumida, si hemos dividido el derecho del bien (del edificio) en 10.000 partes, y se recibe un alquiler de 1 millón de dólares al mes por el edificio, cada token genera a su propietario un ingreso de 100 dólares (1.000.000 dólares / 10.000 tokens = 100 dólares por token).
Esta idea podría escalar a bienes de valor mucho mayor… como a bienes de valor mucho menor, repartidos en menos tokens; existe libertad absoluta para que el emisor decida en cuántos tokens divide el derecho sobre el bien, y por lo tanto cuál es el valor de cada uno de esos tokens.
Esto es un producto financiero diferente a los fondos de inversión inmobiliarios, por ejemplo, que actualmente invierten en una cartera de propiedades inmobiliarias, que se compran, se venden, se alquilan… pero donde el reparto de beneficios depende de los porcentajes de propiedad sobre los bienes.
Con los tokens, la propiedad no cambia, sino que se reparten meramente los derechos de explotación de los bienes, en este ejemplo, activos inmobiliarios. Y los Smart Contracts están ahí, corriendo sobre blockchain, repartiendo los beneficios según eventos importantes (ingresos de alquileres, por ejemplo) en función del reparto de los tokens.
Así que en todo esto, blockchain es la infraestructura tecnológica que lo soporta; es como cuando decimos que hacemos analítica de datos o cuadros de mando, que funcionan sobre arquitecturas big data (que no vemos, ni sabemos cómo funcionan, pero sabemos que “está ahí” y confiamos en ello).
¿Qué ocurre con los gastos del bien tokenizado (por ejemplo, un edificio)? Impuestos de bienes inmuebles, reparaciones, mantenimiento… pues nada de esto afecta a los propietarios de los tokens, puesto que NO son propietarios del bien, es decir del edificio. Todos estos gastos forman parte exclusivamente del caso de negocio del propietario (del emisor de los tokens), que al emitir los tokens calcula a qué precio los pone, cuáles son los derechos que suponen, etc.
No estamos “juzgando” en este artículo si es una buena idea o no tokenizar bienes inmuebles… hay muchos expertos a favor y otros en contra de si se trata de una “buena” idea de negocio; como en cualquier otra iniciativa, que resulte beneficiosa o no depende de múltiples variables que hay que estudiar en cada caso.
Lo relevante es comprender por qué puede ser útil tokenizar y poner en marcha Smart Contracts y sus consecuencias… y tratar de trasladar si esta idea podría funcionar con múltiples tipos de bienes: derechos sobre películas, sobre obras de arte o canciones; sobre acciones de empresas (los derechos que genera una acción se reparte en varios tokens); sobre una patente… o sobre cualquier otra cosa.
En un sistema centralizado, teníamos el “delivery versus payment”: un intermediario comprobaba o llevaba a cabo el pago por parte del comprador hacia el vendedor; es decir hasta que el comprador no paga al vendedor, no se producirá o terminará la transacción… y esto a veces puede llevar hasta dos días si se producen pagos monetarios entre países diferentes. Este intermediario con blockchain no es necesario: la transmisión, y el pago, se realiza de forma instantánea sin tener que esperar que ningún intermediario lo haga; es una característica (y ventaja) intrínseca a esta tecnología.
Actualmente existe un interés desmesurado en blockchain, pero… es como si decimos que para aplicar un mantenimiento predictivo, es necesario saber de big data: lo importante es el caso de uso (por ejemplo prever errores en maquinaria, por desgaste o por alarmas preventivas), y aplicar este caso de uso para ganar dinero (o no generar más gasto del necesario). Las arquitecturas big data están ahí manejando la información necesaria, con el volumen requerido a la velocidad necesaria… Pues con Blockchain pasa lo mismo: nos aporta inmutabilidad de un registro de tokens y de acuerdos entre partes, y la posibilidad de ejecutar estos acuerdos en tiempo real. La explotación de esta posibilidad es lo que realmente importa (y lo que está generando y generará infinidad de puestos de trabajo).
El problema con todo esto es el léxico y la aparente confusión entre lo que son las DAO, blockchain, Smart Contracts, inteligencia artificial, tokenización…
Si fuéramos desde la capa tecnológica hacia la funcional (es decir, de abajo hacia arriba), tenemos: blockchain es el sustento tecnológico, la red distribuída que nos hace confiar en la ejecución de los acuerdos que se producen; estos acuerdos son Smart Contracts, es decir, software con “triggers” de entrada que se dispara cuando esos triggers se activan; por ejemplo, hay un Smart Contract que dice que cuando la empresa vende un producto de 100 euros en una tienda, de esos 100 euros:
Pues bien, lo que ocurre es que esa distribución de los 100 euros se lleva a cabo (el apunte contable, y la transacción económica) en cuanto se ha producido la venta, porque hay un código fuente (código de programación) ejecutándose, que reparte estos beneficios en cuanto se produce dicha venta; este código es el Smart Contract, escrito en un lenguaje como Solidity, aunque no es el único disponible.
¿A dónde nos lleva esto en el futuro? por ejemplo a que no exista el concepto de “nómina a fin de mes”, sino que el sueldo de los empleados se va “construyendo y cobrando” cuando se logran ciertos hitos o actividades de negocio.
¿Verdad que tiene sentido que un contrato laboral se pueda convertir en un Smart Contract sin demasiada dificultad?
¿Donde entra en todo esto la inteligencia artificial, las tecnologías big data? Pues nada nuevo en este sentido: en analizar todas estas transacciones para aprender cómo hacerlas mejor, cuáles son sus patrones, sus ineficiencias, cómo mejorar los procesos… (IA incluye el aprendizaje, big data el soporte de almacenamiento y procesamiento de los datos a nivel masivo, incluyendo datos no estructurados como imágenes o secuencias de vídeo).
Pues una empresa que funcionara con este tipo de automatización, a gran escala para gran número de eventos, sería una DAO. La DAO es el concepto de organizarse y funcionar de esta manera; los beneficios económicos para todos los participantes serían la consecuencia, mientras que la tokenización es una “guerra” o concepto totalmente separado, que una DAO no necesita pero que podría utilizar.
Podemos tener DAOs que sean organizaciones públicas que no buscan el beneficio sino dar servicios a los ciudadanos.
Y, por último, ¿qué tienen que ver las criptomonedas con todo esto?
Pues realmente, son un mito que debemos evitar, es decir, los pagos y cobros que generar los Smart Contracts se hacen en “dinero real, contante y sonante”, se ordenan transferencias bancarias a las que estamos acostumbrados. Las criptomonedas no son más que un uso de blockchain que está muy de moda, y es verdad que se utilizan cada vez más aunque a día de hoy suponen menos de un 2% del dinero total en movimiento.
Tampoco está claro todavía si en los metaversos (en plural) serán la moneda de cambio o será el dinero real, pero sí sabemos que los Smart Contracts serán los que gobiernen su funcionamiento: aplicarán las consecuencias positivas y negativas de que se cumplan (y no se cumplan) las reglas de juego y de negocio del metaverso (generando transacciones, cobros y pagos, premios, asignando tokens, etc.).
Una realidad está clara, y es que la economía digital avanza muy rápidamente, y se dirige a la ejecución automatizada sobre lo que realmente ocurre en los acuerdos entre partes (particulares y empresas) y esta realidad son los Smart Contracts, que ya son posibles gracias a tecnologías como Internet de Todo y Blockchain.
Y aunque la tecnología tiene su importancia, de cara a las oportunidades laborales, lo que más nos debe importar son los usos que se le puede dar: tokenización de activos, trazabilidad de cadenas de transporte y logística, seguros, banca, energía, inmobiliaria y alquileres, software… como pasó con Big Data, los Smart Contracts van a estar presentes en cualquier tipo de industria y en cualquier empresa, ya empiezan a estar presentes de hecho, así que es el momento ideal para “subirse al carro” y aprovechar las oportunidades laborales que generan.
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