Onboarding en Ciberseguridad
En esta formación de introducción a la ciberseguridad aplicada al entorno corporativo y personal, aprenderás conceptos básicos, riesgos...
¿Te preguntas cómo hacer que la formación en ciberseguridad sea más efectiva y atractiva? La respuesta está en la gamificación. En este artículo te contamos cómo esta estrategia mejora el aprendizaje y la preparación ante ciberataques.
La formación en ciberseguridad se ha convertido en una prioridad para cualquier organización que quiera protegerse de las amenazas digitales a las que estamos expuestos, como los robos de información, ataques ransomware o suplantaciones de identidad. Sin embargo, no siempre es fácil mantener la motivación de los usuarios para que sigan alerta cuando se trata de temas técnicos o complejos, y que la formación impartida sea aprovechada para evitar los ciberriesgos.
La gamificación en ciberseguridad es una gran aliada capaz de mejorar la concienciación en seguridad de las empresas. Al integrar elementos lúdicos en la formación, se logra captar mejor la atención, motivar la implicación y mejorar la retención de los conocimientos impartidos.
En este artículo profundizaremos en qué es la gamificación, por qué resulta tan útil en el ámbito de la ciberseguridad y qué herramientas y estrategias existen para sacarle el máximo partido. ¡Continúa leyendo!
La gamificación consiste en emplear dinámicas y mecánicas de juego como recompensas, clasificaciones o niveles en contextos que no son puramente recreativos. El objetivo es aprovechar las dinámicas lúdicas para aumentar la motivación y el compromiso de los participantes. A través de estos elementos se busca conseguir un aumento en el interés de los participantes y la capacidad de retención de los conocimientos, convirtiendo las actividades formativas en momentos entretenidos para los usuarios.
Los elementos clave de la gamificación incluyen reglas claras, metas alcanzables y retroalimentación constante. Estas características fomentan que los usuarios aprendan de forma activa, en lugar de limitarse a leer o memorizar conceptos que pueden olvidar con facilidad. Además, genera un entorno más agradable y reduce la sensación de rutina que a veces se asocia a la formación tradicional.
Es importante que la gamificación fomente una competitividad y motivación sana del aprendizaje y no se convierta en un elemento frustrante. Los desafíos deben atractivos y deben estar optimizados acorde a la competencia. Para evitar los efectos negativos de la gamificación, pueden explorarse entornos más colaborativos, definir correctamente la duración de los eventos y fomentar la autonomía.
En la ciberseguridad, la gamificación se está utilizando para enseñar a las personas a detectar y gestionar amenazas. Desde simulaciones de ciberataques hasta la mejora de hard skills y soft skills en la gestión de incidencias, las organizaciones aprovechan los principios de la gamificación para reforzar conductas positivas y fomentar la participación.
Por ejemplo, en un programa de formación en ciberseguridad gamificado, un usuario podría recibir puntos por identificar correos de phishing simulados a modo de entrenamiento. Estas dinámicas transforman la rutina de formación en un reto constante y entretenido, logrando que los empleados participen con mayor motivación y desarrollen habilidades críticas para proteger la seguridad de la empresa.
Además, todo conocimiento en ciberseguridad adquirido por los usuarios puede ser aplicado en su vida personal, lo que refuerza la sensación de satisfacción durante la formación.
Aplicar el modelo de formación tradicional en el ámbito de la ciberseguridad a veces puede ser demasiado teórico, lo que influye negativamente en la atención de los usuarios. Algunos de los beneficios de aplicar la gamificación son los siguientes:
La gamificación aumenta el compromiso de los equipos al convertir el aprendizaje en algo cercano a un juego, ya que se asocia con una actividad entretenida. Superar retos, desbloquear logros o competir por alcanzar una buena puntuación motiva a los usuarios a involucrarse más. ¡El truco es convertirlo en entretenido!
Esta motivación adicional se traduce en una participación mayor, ya que los empleados no perciben la formación en ciberseguridad como una obligación, sino como una dinámica que les ayuda a conocer los riesgos mientras consiguen recompensas y observan un progreso real en sus conocimientos por la retroalimentación.
A través de técnicas como escenarios interactivos y desafíos basados en casos reales, los usuarios experimentan situaciones de riesgo que podrían encontrarse en su puesto de trabajo sin sufrir las consecuencias negativas en el entorno de real. Esta metodología permite “aprender haciendo” (learn by doing), una fórmula especialmente eficaz en temas de seguridad donde la práctica tiene un valor importante.
Cuando los estudiantes reciben una simulación de un ataque o se deben enfrentar a un escenario de riesgo, interiorizan mejor los protocolos y técnicas de detección gracias a la similitud con la realidad. Además, los errores cometidos se convierten en oportunidades donde reforzar el aprendizaje en vez de reprimendas, fortaleciendo sus habilidades para afrontar incidentes reales de manera más segura.
La gamificación contribuye a que el usuario se implique más y que la información se fije de forma más sólida en la memoria. Los retos desafiantes, las historias realistas y las recompensas generan un impacto emocional que facilita recordar lo aprendido, haciendo más difícil que la información se olvide a los días.
Al involucrar activamente a los empleados en la toma de decisiones se fomenta la creación de conexiones mentales que permanecen más durante el tiempo, en comparación con, por ejemplo, leer un documento de texto. Esto ayuda a crear una cultura de ciberseguridad en las empresas que se convierte en la primera defensa ante ciberataques.
Mediante la práctica constante y el refuerzo positivo, la gamificación en la ciberseguridad promueve el desarrollo de habilidades como la detección de anomalías en correos electrónicos y pone en alerta a los usuarios al conocer las formas en las que pueden recibir un ciberataque. Todos estos aspectos son vitales a la hora de enfrentar los riesgos de ciberseguridad, ya que un pequeño fallo puede poner en peligro la seguridad de una organización.
Estas habilidades no solo benefician al individuo, sino que también fortalecen al conjunto de la organización. Cuando existe una cultura de ciberseguridad y colaboración, los procesos de detección y respuesta ante amenazas se agilizan, reduciendo los riesgos y posibles daños de sufrir un ataque.
Existen diferentes técnicas y estrategias que pueden aplicarse en la ciberseguridad para hacer la formación más amena y efectiva, como las simulaciones realistas, los juegos de rol, las competiciones y los sistemas de recompensas.
Las simulaciones de amenazas reproducen ataques reales en un entorno controlado donde el usuario pone a prueba sus capacidades de detección de ciberataques. Los usuarios deben defender un sistema o investigar una brecha de seguridad, recibiendo recompensas en función de su rendimiento. Así, se realiza un entrenamiento en una situación lo más cercana posible a la realidad, pero sin riesgos y con un feedback instantáneo.
Este método resulta muy útil para medir la eficacia y detectar posibles carencias en la formación de los empleados, así como mejorar su capacidad de respuesta. También ofrece métricas objetivas sobre el nivel de conocimientos del equipo, ya que se puede medir el tiempo de reacción o las tácticas utilizadas.
Los juegos de rol aportan variedad y contexto a la formación en ciberseguridad, sumergiéndote en un escenario realista. En estos escenarios, los participantes asumen papeles concretos (analista de seguridad, hacker ético, responsable de TI, CISO, CEO, etc.) y deben interactuar entre sí para cumplir objetivos.
En un escenario de simulación, por ejemplo, el “hacker” intenta infiltrarse en la red, mientras que el equipo “defensor” se esfuerza por coordinarse y trabajar en equipo con un objetivo común: proteger los recursos críticos de la organización. Esta dinámica fomenta la empatía y el pensamiento crítico, ya que cada jugador comprende mejor las motivaciones y limitaciones del rol contrario.
Las competiciones, como las pruebas de tipo Capture The Flag (CTF), aportan un alto nivel de motivación. Al convertir la formación en un desafío, los participantes aumentan su nivel de compromiso y se esfuerzan por mejorar sus conocimientos para ganar.
Torneos internos, desafíos a contrarreloj o batallas entre equipos pueden aplicarse tanto en empresas como en entornos formativos. Además, esta estrategia permite identificar el talento, ya que quienes destacan en los retos podrían asumir responsabilidades mayores en materia de seguridad. No sólo hay beneficios en la seguridad como tal, ya que se pueden medir las interacciones dentro del equipo y comprobar cuál es la fórmula perfecta para sacar el máximo potencial de la gente.
Las insignias, puntos y tablas de clasificación son mecánicas clásicas de la gamificación. Ver tu progreso es motivador y ofrece un estímulo rápido. También se pueden comparar los logros entre los compañeros, siempre que se fomente una competición sana.
Estas recompensas, ya sean virtuales o tangibles (regalos, bonos, días libres, merchandising), refuerzan la participación y promueven una cultura de formación continua. Cuando los empleados ven recompensados sus esfuerzos, relacionan el aprendizaje con algo positivo y útil para su vida profesional.
Las plataformas de formación en ciberseguridad que incorporan la gamificación son una excelente opción para la concienciación de los riesgos que pueden sufrirse al ser víctima de un ciberataque.
ÁNGELES es el portal de formación, capacitación y talento del Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT) en España. Ofrece recursos de formación y concienciación en ciberseguridad, desde cursos teóricos hasta desafíos prácticos a través de sus itinerarios de formación.
Este portal ejemplifica cómo un ente público puede usar la gamificación para impulsar la educación en ciberseguridad, combinando formación tradicional con retos interactivos que atraen tanto a novatos como a expertos. También incluye manuales de buenas prácticas, así como informes, infografías y píldoras informativas. Estos recursos son de gran valor para las empresas, ya que permiten transmitir información de calidad de forma rápida y eficaz.
SoSafe es una plataforma de formación en ciberseguridad que incorpora la gamificación para crear campañas de concienciación personalizadas. Incluye simulaciones de phishing adaptadas al nivel de cada usuario y un sistema de niveles que incentiva la participación. Los usuarios controlan su progreso, recibiendo retroalimentación de sus acciones, y reciben recompensas por completar los módulos.
La plataforma se caracteriza por utilizar un storytelling inmersivo basado en historias reales junto a la gamificación para promover la participación, así como recibir retroalimentación constante desde la plataforma.
Los simuladores de ciberataques son herramientas excelentes para comprobar la eficacia de la formación y los conocimientos de los usuarios.
Guardey ofrece un entorno de simulación gamificado donde cada empleado asume el rol de protector de una empresa virtual. El juego plantea distintos ataques que deben ser gestionados con rapidez y eficacia, premiando las decisiones acertadas.
Este enfoque inmersivo convierte la formación en una experiencia entretenida y competitiva. Si un jugador no logra defender su compañía ficticia de un ataque, la simulación muestra las consecuencias de la brecha, fomentando así un aprendizaje profundo basado en ensayo y error.
Smartfense es otra plataforma enfocada en la formación y concienciación en ciberseguridad que incluye elementos de gamificación para estimular la participación de los usuarios. A través de ejercicios interactivos, simulaciones de phishing y seguimiento del progreso, Smartfense ayuda a las organizaciones a crear una cultura de seguridad sólida.
Sus módulos se adaptan a diferentes perfiles de usuario, ofreciendo contenido desde niveles básicos hasta avanzados. Al incluir sistemas de puntuaciones y recompensas, la plataforma impulsa el compromiso y facilita la asimilación de conceptos clave en ciberseguridad.
Además de las plataformas y simuladores de ciberataques orientados al entorno corporativo, también existen plataformas que pueden servir como complemento o una vía de aprendizaje más accesible para cualquier persona interesada en la ciberseguridad.
Hack The Box es una plataforma que ofrece laboratorios virtuales y máquinas vulnerables para que los usuarios practiquen sus técnicas de hacking ético en entornos seguros. Utiliza un sistema de puntuaciones y logros al estilo “captura la bandera” (Capture The Flag), lo que lo convierte en un entorno altamente competitivo y gamificado que anima al aprendizaje continuo.
Cada máquina requiere el uso de distintas estrategias para ser “hackeada” con éxito y conseguir las flags. Al lograrlo, el jugador obtiene como recompensa puntos e insignias, ganando reputación dentro de la comunidad. Además, Hack The Box cuenta con sus propias certificaciones en hacking ético y analista de ciberseguridad.
TryHackMe es otra plataforma enfocada a la formación en ciberseguridad con un enfoque educativo con sus rutas de aprendizaje. Sus rutas formativas combinan la teoría con prácticas guiadas de hacking para ayudar a la comprensión de los conocimientos impartidos. También cuenta con máquinas vulnerables y entornos más complejos estilo “captura la bandera” dirigidos a usuarios más experimentados que quieren poner a prueba sus capacidades de hacking con máquinas vulnerables diseñadas.
Además, al igual que Hack The Box, incluye tablas de clasificación e insignias que refuerzan la motivación de los participantes. Gracias a su variedad de niveles, resulta adecuada tanto para estudiantes que quieran comenzar su formación en ciberseguridad, como para profesionales que busquen reforzar habilidades en un contexto lúdico.
La gamificación en ciberseguridad se presenta como un enfoque clave para reforzar la formación en ciberseguridad para todo tipo de equipos. Al combinar elementos lúdicos con contenido práctico y dinámico, la formación logra motivar a los participantes y promover un aprendizaje significativo provocando una mayor satisfacción en los usuarios.
El factor humano es una de las principales causas en los ciberataques, por lo que apostar por una formación en ciberseguridad de calidad puede suponer la diferencia entre tener una empresa segura o sufrir las consecuencias de un ciberataque. Con una práctica constante, el refuerzo positivo y la retroalimentación, las empresas que adoptan estas estrategias logran desarrollar una cultura de ciberseguridad más sólida y colaborativa.
La experiencia inmersiva y entretenida que ofrece la gamificación ayuda a que los empleados comprendan mejor los riesgos, aprendan a detectar amenazas y pongan en práctica protocolos de actuación de forma casi automática. Al hacerlo, no sólo están protegiendo los activos de la empresa, sino también potenciando sus propias habilidades y conocimientos.
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