Estilo comunicativo de un manager IT: Qué es y su importancia
Te contamos como un manager IT, una figura de gran importancia, puede promover mejoras en la comunicación, uno de los pilares de...
El micromanagement es una práctica que suele afectar al rendimiento de los empleados. Te contamos qué es y cómo evitar que se convierta en algo negativo.
Nos hemos acostumbrado a creer en el perfeccionamiento del trabajo. Desde un punto de vista netamente progresista, puede ser algo positivo. Si creemos que la posibilidad de obtener dinero depende de la mejora continua, será necesario tener un proceso donde queramos conseguir ganancias gracias a un trabajo cada vez más optimizado.
No obstante, lo cierto es que esto no siempre viene de forma genuina. Por el contrario, cuando se transforma en una obligación dispuesta por un tercero, puede ser negativo. No solamente eso, sino que también existe la posibilidad de que se vuelva contraproducente para el trabajador, ya que no querrá mejorar, sino que se saturará de ese nivel de detalle.
Eso es lo que se conoce como micromanagement, una práctica muy habitual en algunos líderes que, paradójicamente, afecta al rendimiento empresarial. A continuación, te contaremos todo lo que necesitas saber sobre este concepto para que puedas garantizar la libertad de los empleados y que el perfeccionamiento surja naturalmente.
Llamamos micromanagement a la forma de controlar excesiva que tienen algunos jefes de compañías. En este sentido, es muy habitual en aquellas personas que tienen miedo de delegar los trabajos. Es decir, los jefes que creen que se pueden ocupar de todas las áreas de su negocio y hacerlo de forma perfecta.
El jefe que basa su gestión en el micromanagement lo que hace es un control minucioso de cada una de las operaciones de los trabajadores. Siempre con una mirada de desconfianza, este tipo de gerentes siempre está en un estado de inconformidad total, hasta el punto de que su comportamiento se vuelve predecible por muchos trabajadores.
Muchos empleados que “sufren” el micromanagement saben, incluso antes de entregar un trabajo, que el jefe seguramente se quejará de algo. No porque necesariamente esté mal ni porque se pueda realizar mejor, sino que esto puede darse porque ellos lo harían de otra manera… y esto se basa en que los jefes de este tipo odian delegar trabajo o no confían en sus propios colaboradores.
No tiene por qué haber un argumento “real”, sino que, la mayoría de los casos se deben a una propia desconfianza personal. Si lo pensamos desde una perspectiva 100% empresarial y en términos de jerarquías laborales, es verdad que el jefe siempre tiene la última palabra. En definitiva, se trata de su empresa y ellos son los que han contratado a los empleados para obtener mayores rendimientos. Sin embargo, ¿es positivo tener este nivel de detalle?
Lo cierto es que no. Se suele creer de forma errónea que el micromanagement es positivo, en el sentido de que, al estar en un nivel minucioso de cada una desde las tareas que hay que realizar, siempre se mejorarán los números. Aunque el resultado final de la entrega puede ser más satisfactorio, cabe preguntarse qué sucede en el proceso.
En realidad, el micromanagement, siempre y cuando se lo haga de forma favorable, puede ser algo beneficioso. Sin embargo, en la mayoría de los casos, acaba siendo negativo, pues los líderes no logran encontrar el equilibrio entre el detallismo y el hostigamiento. Por ende, puede ser una fuerte fuerza de desmotivación laboral.
Si el jefe siempre es el que tiene la razón y el que hace una devolución completamente puntillosa, podría ocurrir que el trabajador crea que se equivoca constantemente. Es decir, que todo lo que hace está mal y que siempre tendrá una devolución negativa sobre su trabajo. Entonces, el colaborador acaba completamente desmotivado y solamente trabajará para cumplir, pero no para mejorar.
Sin embargo, esto no es todo. También pasa que, cuando están insertados en una cultura de micromanagement, las personas pueden tomar cierto resentimiento hacia el jefe. Especialmente, si las críticas son demasiado subjetivas, si se hacen de mala manera o si nunca se valor el trabajo personal del colaborador.
Por ejemplo, aquellos que hacen entregas parciales de un documento y no reciben devoluciones positivas, sino que solamente se remarcan los errores y de forma muy puntillosa, pueden creer que el jefe es extremadamente detallista. Pero el detallismo, en este caso, no es algo positivo, sino negativo.
Un jefe puede ser detallista de forma positiva. Si hace devoluciones donde destacan aquellas cosas que se han realizado bien, pero también las que se realizan mal, siempre y cuando sirva para mejorar. Sin embargo, en ningún caso el micromanagement debería contemplar una corrección sobre cosas que no están mal, pero que el supervisor haría de otra manera.
Si bien se puede dar una sugerencia sobre los gustos personales del micromanager, es importante aclarar que eso es una perspectiva y no una realidad. Si no se lo hace, el colaborador no solamente acabará saturado y no tendrá motivación para estar en la rutina laboral, sino que también el circuito de producción se paralizará constantemente y eso afectará al rendimiento que se espera en un mundo de negocios tan dinámico.
Pues bien, el micromanager es el que supervisa el trabajo hasta el más mínimo detalle. Sin importar lo relevante que sea una situación, opinará para decirle cómo tiene que hacer las cosas. Suele cuestionar todas las decisiones que toman los trabajadores e incluso puede ocurrir que tenga más problemas con algún miembro que con otro.
Al preocuparse demasiado por todo, se transforma en el verdadero temor por parte del grupo laboral de una empresa. Como te podrás imaginar, esto no significa que el micromanager sea necesariamente una mala persona. En realidad, es alguien que quiere lo mejor para la empresa y, por consiguiente, para los trabajadores.
El problema es que, por ese modo de ser, suele ser un obstáculo para la productividad y el ambiente laboral se vuelve desmotivador. Cuando la propia estructura jerárquica del trabajo también impide que los colaboradores, generalmente por miedo, no puedan discutirle al jefe o dar una opinión sobre la forma de trabajar, todo se vuelve más sesgado.
Esto significa que las personas puedan evidenciar el problema, pero se lo callan para evitar conflictos. Incluso, muchos de ellos creen que la situación jamás cambiará. ¡Eso es falso! Si te lo pones a pensar por un segundo, cualquier jefe quiere mejorar sus ganancias. Es decir, si hay una mejor forma de aumentar la productividad, sin dudas que lo escuchará.
Lo importante es que tengas la capacidad de explicarle por qué esa actitud es negativa para mejorar las dinámicas laborales. Te parecerá sorpresivo, pero hay muchos micromanagers que jamás reflexionaron sobre esa actitud y solamente la han internalizado. Especialmente, porque nadie jamás les había dicho que estaba mal.
Por lo tanto, cuando los colaboradores se lo hacen notar, seguramente pensarán y buscarán la manera de cambiarlo. Al fin y al cabo, notarán que el ambiente laboral no será el mejor de todos, podrían pedir disculpas y evaluar las formas de que los trabajadores cumplan con sus obligaciones con un margen más amplio de libertad.
Es importante conocer la diferencia de micromanagement vs macromanagement. Es decir, dos términos diametralmente contrapuestos. Ya hemos explicado el primer concepto, pero es indispensable conocer el segundo, que también puede suponer problemas si se lo lleva a un extremo.
En el micromanagement hemos visto que el jefe puede ser un problema cuando el análisis del detalle se lleva al extremo. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el jefe no se mete de lleno en el día a día de la empresa? Pues bien, esto puede pasar en el caso más extremo del macromanagement, que también es una causa de grandes problemas.
Generalmente, sucede cuando el jefe no está nunca en la empresa, no toma decisiones más allá de las esenciales y genera libertades individuales completas. Incluso, hasta el punto de que los trabajadores no sepan muy bien cuál es la ruta de trabajo necesaria para encaminar las responsabilidades que tienen el día a día.
La perspectiva radicalizada del macromanagement surge cuando el jefe no está dispuesto a meterse en la rutina del trabajo, no tiene tiempo de hacerlo o, simplemente, tiene otras responsabilidades. Por lo tanto, delega casi todas las tareas, no da demasiadas indicaciones y espera que todo funcione de buena manera.
Sin embargo, eso casi nunca ocurre, por lo que, al momento de observar los resultados, puede enojarse por los números desfavorables. ¿Qué es lo que ha fallado? Pues bien, que el jefe tampoco encontró el equilibrio. Es decir, que no ha realizado una verdadera y efectiva administración macro.
Así, el macromanagement radical es exactamente lo contrario que el micromanagement. Cualquier trabajador que haya pasado por este tipo de ambiente laboral también sabe que no es algo positivo, pues la clave de un rendimiento exitoso radica en tener un equilibrio entre ambos términos. En el macromanagement, las decisiones, en el mejor de los casos, únicamente son macro y eso impide entender las necesidades de la rutina de trabajo.
Lo ideal sería que el CEO de una compañía genere libertades en los trabajadores, pero que ellos tengan una ruta de trabajo, con un manual de estilo para hacer las cosas y toda la ayuda disponible cuando lo necesiten. Las devoluciones, si son detallistas, deben ser muy medidas y compensar tanto lo positivo como lo negativo.
De esta manera, no se cae en ninguno de los dos extremos, que es el hecho de hostigar al colaborador o darle tantas libertades que no sabe cómo trabajar. Por ende, hacer un seguimiento del trabajador no es malo de por sí, sino que el problema radica en cómo se implementa ese nivel de monitoreo y qué sienten los colaboradores en esos casos.
Es importante saber que el micromanagement puede evitarse. El hecho de pensar de una determinada manera no significa que no se lo pueda cambiar. Una de las primeras cuestiones radica en generar una mayor libertad para los empleados. Es decir, confiar en el juicio que cada uno tiene sobre cómo deben hacer las cosas.
En caso de que necesites o quieras que se lo haga de una determinada forma, puedes generar un documento que explique todos estos detalles. Una vez hecho esto, lo que harás es que cada uno haga su tarea en función de esa normativa. Eso evitará que pongas la lupa sobre cada acción del trabajador, sino que solamente supervises como norma general. Cuando lo implementes, te darás cuenta de que tendrás más tiempo para otras cosas.
Es común que este tipo de jefes solamente dedique su tiempo a monitorear cada aspecto del cual desconfía, por lo que llegan al final de la jornada laboral sin cumplir con otras obligaciones. Cuando te des cuenta de que todo marcha tal cual lo previsto, sin la necesidad de tus correcciones, verás que todo el ambiente mejora y podrás dedicarte a otras cosas.
Otra buena forma de conseguir que no te conviertas en un micromanager es generar reuniones donde todos los colaboradores puedan expresas sus opiniones. Eso incluye las críticas hacia tu persona, hacia la manera de trabajar de la empresa e incluso cuestiones relacionadas con la creatividad para tener un mejor desempeño.
Al empoderar a los colaboradores, les haces saber que ellos tienen espacio para demostrar cuál es la mejor rutina laboral. Esto es algo que surgió con el home-office, pues muchos jefes no querían implementarlo por miedo a perder la supervisión de los trabajadores, pero luego observaron que era algo positivo y que la productividad aumentaba.
Por otro lado, también puede ser importante aumentar la carga de las responsabilidades. En ocasiones, hay colaboradores que se sienten estancados, pues sienten que no tienen forma de progresar dentro de los cargos institucionales. Esto sucede cuando los líderes siempre son los que llevan a cabo los proyectos más importantes y el resto siempre hace tareas repetitivas.
Al mejorar el clima laboral, lo que harás es brindar mayores libertades a las decisiones individuales de todos los que conforman tu empresa. De esta manera, notarás una mejoría en la autoestima de cada uno de ellos. Incluso, podrías sorprenderte con cualidades que desconocías de tus trabajadores.
Esto no significa que tengas que ausentarte como jefe, ya que tu tarea será lograr el equilibrio en todas las formas de trabajo. Caso contrario, te volverás un macromanager extremo, que también es un problema. Por lo tanto, el micromanagement no solamente se puede evitar, sino que es recomendable hacerlo para que logres mejores resultados.
En definitiva, si quieres que el micromanagement no sea el dueño de tus días como líder en una empresa, debes considerar el nivel de satisfacción de tus empleados. Cuando los veas como seres humanos, notarás que ellos también necesitan espacio y confianza para encarar sus responsabilidades. Si lo haces, sin dudas la productividad aumentará.
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